Es inaudita la manipulación informativa a la que estamos sujetos en nuestras sociedades tecnificadas. Cuando la fuente básica de nuestra información se sustenta casi exclusivamente en los medios audiovisuales, fuertemente condicionados por razones económicas , sociales o políticas, nuestras decisiones acaban siendo erróneas o poco lógicas. Si atendemos las recomendaciones que las televisiones actuales, al menos algunas, proclaman estos días, deberíamos pasar esta próxima noche en los campos, en algún lugar oscuro y apartado, disfrutando de las magníficas, luminosas, asombrosas, esotéricas y astronómicas estrellas fugaces que nos trae , un año más, el agosto y San Lorenzo. Pero no se crean todo lo que oigan. Dos por minuto son, en realidad, muy escasas, y además, salvo excepciones, hay que estar atento para verlas, pues en general son poco luminosas. Pero no importa, si la televisión lo dice, salgamos al campo, disfrutemos de la brisa nocturna, en el hemisferio norte, se entiende, y volvamos a casa contando que las hemos visto, magníficas, deslumbrantes... etc. Quedaremos bien y nuestros amigos nos considerarán, además, gente bien informada, amiga de la ciencia y el saber. Sin embargo, a veces, sin esperarlo, sucede lo inesperado y este aficionado disfrutó de un meteorito cruzando los cielos nocturnos de España, hace unos días, de Norte a Sur, sobre una cordillera, al Este, realmente luminoso, hasta el punto de temer que alcanzara el suelo, cosa que, evidentemente, no llegó a ocurrir. Nadie lo había anunciado, como casi siempre ocurre con estas cosas cuando son realmente notables.