La existencia de la libertad individual, como cualidad esencial del acto volitivo humano parece algo tan válido como un axioma más... pero: Supongamos que nuestro sapiens afirma que no admite la existencia de la libertad. No habiendo libertad, no hay responsabilidad y, entonces, maravilla de la lógica, reaparece la libertad, pues al no ser responsable, se es verdaderamente libre. Preguntémonos:. ¿ puede existir responsabilidad sin libertad ? ¿ y libertad sin responsabilidad ?. La respuesta a la primera pregunta es, claramente, no, sobre todo si la aplicamos a un esclavo atado al banco de remos de una galera romana, aunque también podremos afirmar que la responsabilidad puede ser, sin interpretación matemática exacta, proporcional al grado de libertad disponible. En cuanto a la segunda pregunta, libertad sin responsabilidad, hay que matizarla antes de responder. El grado máximo de libertad parece ser la libertad sin responsabilidad, cuando el actor no está constreñido o limitado por ningún agente ni criterio limitante. Ahora bien, en cualquier escenario, como mínimo las condiciones iniciales, como en cualquier problema matemático son, para el sapiens, limitantes y restrictivas por naturaleza, de modo que, habiéndolas siempre, sean fisiológicas, económicas, estéticas, éticas, físicas, etc , cualquier actividad se verá, en todos los casos, incluidos los que parecerían puramente mentales, como la poesía o el arte, sujeta a la supervisión de las entidades que las materializan ,sea el editor de los poemas, el marchante de los cuadros, la superficie o el espacio disponible, o cualquier otro dato o agente que intervenga en el proceso de creación o distribución. En resumen, vivimos y actuamos en un universo y régimen de responsabilidades ineludibles, seguramente ligado a nuestra esencia de seres limitados. Pero este tipo de responsabilidad, más bien física o material no es la que aquí nos interesa sino la que debe ser explicada ante una entidad capacitada para exigirla, un ser o entidad, sapiens o no, ante la que rendir cuentas. Y esta es la responsabilidad que molesta y la que queremos eludir como sea, si es posible. Puede ser Dios, la autoridad de la especie, o la propia conciencia. En general se responde por lo que se ha recibido en régimen de préstamo o donación. Y en general también, cuanto somos y tenemos tiene el mismo aspecto que una donación o un préstamo. Vida, cuerpo, mente, familia, bienes, saberes... ¿ han sido autodonaciones o efecto de nuestro esfuerzo, sabiduría y trabajo ? Para muchos, basta este punto de vista axiomático para descubrir la dependencia real de nuestro ser y sus anexos de algún donante anónimo o un benefactor oculto en la maraña del darwinismo reinante ; algunos prefieren como padre creador al azar, contradicción, y como madre a la famosa fluctuación de una nada contradictoria o, llegando al límite, apelarán a su libertad de elección, aceptando la causa ( la libertad) pero negando el efecto o consecuencia ( la responsabilidad).
Hasta aquí, estamos considerando la responsabilidad sólo como negativa, tan negativa como un electrón. Sin embargo, es casi seguro que existirá el protón. Porque, si respondemos, aunque a regañadientes, de lo malo, ¿ acaso no podremos presentarnos como autores de lo bueno ?