Añadamos a lo anterior el hecho, ligado a la presencia de un universo tridimensional ( +t), de que una partícula, a medida que varía su tamaño, diámetro, su volumen y su superficie varían con el cubo y el cuadrado de dicha variación respectivamente , lo que hace que en una partícula casi elemental actual, un quark, la relación volumen/superficie sea minúscula ( y la relación superficie/volumen, mayúscula).. Como ya se ha dicho en otras ocasiones, una partícula, desde nuestro mundo macro es pura superficie, pura envoltura, que envuelve casi nada, y en términos vulgares, todo piel. Entonces, para continuar disminuyendo el tamaño, debemos elaborar pieles que, siendo más pequeñas que el todo, conserven propiedades de coherencia y tensión superficial, que le permitan seguir cumpliendo esa misión de contención que toda envoltura ejerce. Si la envoltura es de la misma naturaleza que la piel, a medida que, en la búsqueda del continuo elemental , vayamos partiendo en pedazos lo anterior, debemos esperar que esas propiedades se mantengan indefinidamente, hasta que la relación volumen/superficie tienda a cero, es decir, tengamos nada envuelto en otra nada mucho mayor ¿?. Sin contar con el hecho de que una partícula elemental puede ser una perturbación en un campo, a su vez formado por elementos de un orden dimensional inimaginable, infinitamente pequeños, como una onda en el océano. No distinguimos el horizonte final de toda esta deriva numéricamente indefinida, pero llegados a esta frontera hacia el continuo, parece más lógico pensar que el universo es más una construcción mental que una realidad física, al menos del modo como la entendemos los seres macro. Bastantes científicos optan por creerlo un holograma, al acercarse a la partícula de nada, envuelta cuidadosamente en una membrana de nada. Pero al considerar, obligados por la lógica, a buscar la partícula elemental de esta membrana o de ese contenido prácticamente nulo, no consiguen burlar el desafío creciente de esa relación matemática a la que estamos ligados. Como en todo cálculo matemático ligado a los infinitesimales o a los infinitos, solo podemos aproximarnos y otear algo, desde lejos, utilizando lo que sabemos y tan bien nos funciona en la matemática de los límites. Así considerado, el resto de los científicos, dejando al margen el holograma, piensan, opinan, sospechan o creen que hay suficientes indicios de que sólo podemos estar viviendo, existiendo, en la mente de un Gran Matemático. Para muchos, está siempre vigente el párrafo de los Hechos de los Apóstoles,17,28: Porque en El vivimos y nos movemos y existimos, como algunos de vuestros poetas han dicho: "Porque somos linaje suyo".