Como es costumbre en los pequeños pueblos de mi tierra hispana, los domingos, después de la misa y cerca ya de la hora de comer, un pequeño grupo de amigos tomábamos un refrigerio en el pequeño bar del pueblo, repleto de clientes... Dieciséis feligreses , todos de más de sesenta años, habíamos sido los únicos asistentes a la misa, en un pueblo de unos pocos habitantes, tranquilo durante la semana , pero repleto ahora de visitantes emigrados , la mayoría adultos y parejas jóvenes, acompañados de niños de todas las edades. Hijos de gentes de este pueblo, la mayoría emigrados a la ciudad, pero extraños ahora al estilo de vida, las costumbres y los modos de pensar y ser de sus padres y abuelos. Gentes jóvenes del siglo XXI. Urbanitas devotos del progreso y algunos de ellos millenials, los que apenas cobran mil euros al mes, que en esta nación se considera el límite mínimo de sueldo mensual para poder sobrevivir con cierta dignidad. Para nuestra desgracia, no suelen verse mucho por la iglesia los domingos, como si la Iglesia y sus celebraciones , su propio bautismo, la boda de sus padres, e incluso su probable funeral futuro, no formaran parte de su propia historia. Pues resulta que, según estudios recientes, parte de la juventud hispana del siglo XXI ( y lo mismo en otros muchos países) y de esos jóvenes millenials, al menos los más jóvenes, urbanitas en su gran mayoría, son gentes de costumbres y criterios bastante peculiares. No gustan en general de hipotecas ni compromisos , y muchos no se casarán o lo harán tarde, viviendo en casa de sus padres hasta bastante más allá de los treinta años. Viven habituados a comprar y vender por medio de la tablet o el móvil. Dentro de un decenio, serán la principal fuerza laboral del mundo. Viajan a través de sus móviles y afrontan un paro sin precedentes. Hablan, se escuchan y se comunican a través de las redes sociales más que de viva voz, incluso cuando están juntos o en comunidad. El 81% tiene su perfil en Facebook, y más del 80% duermen con el móvil al lado.Casi todo les parece accesible mediante la magia tecnológica del click que corresponda.Gastan en torno a las 24 horas semanales en navegar on line. Su preparación religiosa, incluso filosófica, es mínima, si es que han tenido la suerte de recibir alguna. La cultura actual, la ciencia y la tecnología parecen proporcionarles todo cuanto necesitan sin que sea necesario, aparentemente, preocuparse de asuntos que no sean conseguir de inmediato ( click) sus deseos, y disfrutar al máximo de la vida que se les ofrece. Muchas de las cadenas de TV y otros medios, y buena parte de la filosofía vital social, se dedican a fomentar este estilo de vida, dedicado al consumo y el hedonismo, sin otros horizontes. Solo cuando, inexplicablemente, aparece la sombra de la enfermedad o la muerte, empiezan a plantearse otras preguntas... Afortunadamente hay excepciones , pero según rezan las estadísticas, los porcentajes de fieles a este retrato resultan abrumadores. ¿Cómo será el mundo dentro de veinte años, si las cohortes actuales dominan el panorama social , votan a líderes sin valores morales, atentos solo al progreso material de sus afines cuando no al suyo propio, y sin más horizontes que el bienestar material y la posesión de cada vez más instrumentos de entretenimiento y disfrute ? Solo unos pocos, y los lectores de estos foros estarán sin duda entre ellos, serán capaces de devolver a sus coetáneos los principios éticos, morales y religiosos, que permitan dar a la vida humana un sentido trascendente y bien fundado, más allá de la realidad material y social actual, proyectándola a un horizonte de eternidad y dicha sin fin junto a un Dios que ahora suele ser ignorado sistemáticamente.
Así meditaba yo mientras fingía contemplar, embelesado, las irisaciones y el temblor de la luz en el vaso de mosto ( alcohol 0%) que tocaba degustar este domingo de verano despues de misa, rodeado de jóvenes padres atentos a sus chiquillos gritadores, de feligreses maduros comentando las incidencias de la semana, y hasta con el mismo párroco, fiel cada domingo a esta sesión de convivencia con sus feligreses, tanto los reales , dieciseis, 8%. como los potenciales ( pongamos doscientos ), el 92%.