Estoy leyendo estos días un libro de divulgación científica, ya saben, esos libros que lo explican casi todo sobre teorías científicas complejas pero sin usar apenas dos o tres fórmulas sencillas, no sea que el lector se traumatice... Los contenidos, imágenes y símiles que utiliza, parecen sencillos, amenos y pedagógicos aunque, no se nos olvide, lo pedagógico, como su raíz indica , está destinado a niños, paidos, en griego. La conexión con este tema del foro viene ahora. Resulta que, en el texto, y casi en cada tema o capítulo, cuando la teoría científica araña los fundamentos mismos de nuestro conocimiento o lógica natural, por ejemplo como la hace la Física cuántica, el autor debe, por pura necesidad, referirse a algún soporte racional más allá de los datos conocidos, y entonces, cuando habla su mente racional y debe referirse a la Autoridad Absoluta que dicta las leyes naturales, de la gravedad a la fuerza débil, siempre utiliza mayúsculas e identifica al Ser imaginario que le contesta con ese especial respeto. Tal como lo entiendo , se está refiriendo a la causa primera, a Dios, pero , sigo suponiendo, no queriendo desvelar sus creencias personales, las oculta tras un velo de imprecisión y misterio... Esta es una postura muy en boga hoy día: Cuando algún tema exige una referencia a lo trascendente, casi nadie en estos tiempos , y tal vez más a menudo en los medios de comunicación, hace confesión expresa de su fe, quedando reducida a expresiones vagas, imprecisas, de esas que aparentan no decir nada pero que ocultan algo tan enorme que aunque coloquen delante una montaña de excusas, rebosa por todos los bordes. Mayúsculas, pronombre El, etc , son señales claras de que el autor reconoce la Presencia pero rehuye escribir o pronunciar su Nombre. Un ejemplo de esta vaguedad del lenguaje se usa a diario en las reseñas necrológicas, cuando alguien dice eso de "estés donde estés", o hasta el friki "que la Fuerza te acompañe" , sin ninguna aclaración al respecto....Por desgracia, este estilo de lenguaje sin dios ni trascendencia, robado a la Ciencia positivista, está ateizando la sociedad, desde la educación y los medios dominantes. El esfuerzo por prescindir de Dios es, científicamente, un error, pues hasta en matemáticas, casi pura ciencia espiritual, sin cuerpo, se admiten entidades infinitas y orígenes desde menos infinitos, aún reconociendo que nos está vedado alcanzarlos. Del mismo modo, el espíritu humano, consciente o no, lleva en sí mismo la idea de la razón y causa primero del todo existente y, haga lo que haga y diga lo que diga, la necesidad de admitir lo obvio le supera y le fuerza a utilizar eufemismos y todo tipo de trucos de lenguaje para ocultarlo, como si debiera avergonzarse de sus propias convicciones. Afortunadamente, aún decimos A Dios al despedirnos. Y aprovecho para hacerlo, antes de que algunas de las mentes desorganizadas que nos desgobiernan lo declaren delito de odio o abuso de lenguaje. Adiós.