Llevo un par de noches extrañas. Vivo en una ciudad habitualmente, en una casa de más de veinte viviendas, algunas de ellas alquiladas, en las que suelen albergarse grupos de estudiantes o de jóvenes trabajadores asociados para que el costo del alquiler les sea menos oneroso. Pues bien, durante las últimas jornadas, a partir del jueves por la noche, hoy es domingo, se vienen oyendo ruidos inusuales hasta altas horas de la madrugada, como si un grupo estuviera celebrando una larga, larguísima reunión festiva , ruidos que incluyen gritos, risas, arrastre de muebles y otros cuyo origen desconozco. Para mi fortuna, el piso ruidoso está bastante alejado de mi vivienda y apenas percibo el ruido, por lo que no me impide el descanso, pero compadezco a los más próximos. Ahora bien , este tipo de conductas en mi vecindad me lleva a consideraciones varias, teniendo en cuenta que, año tras año, este tipo de cosas es recurrente, en mayor o menor escala de intensidad, pero siempre se inician los jueves por la noche. Como la mayor parte de los implicados que voy conociendo me consta que suelen ser estudiantes universitarios, tengo que pensar que su escuela o facultad cierra su horario semanal más serio ese día, y el viernes, sábado y domingo han acabado siendo, de facto para ellos, días de asueto. En efecto, no puedo suponer que un estudiante que debe acudir a clases el viernes, pueda pasar la noche anterior, hasta las tres o las cuatro de la madrugada, bebiendo y divirtiéndose, para acudir a las ocho de la mañana a la primea clase matinal. He preguntado a un conocido que estudió en varias universidades y me ha confirmado que en sus tiempos, los viernes se dedicaban en general a prácticas y otras cosas , llamémoslas complementarias, Digamos que el viernes es, probablemente y oficialmente, un día más , con sus contenidos y programas, pero también empiezo a pensar que los festivaleros nocturnos, y deben ser muchos si estadísticamente en mi casa hay un grupo cada año ( alguno dos) , tienen al viernes como un día de descanso semanal, descanso que añadir al sábado y al domingo. Naturalmente, detrás de este fenómeno habrá muchos matices y situaciones, pero el jueves de fiesta dispara mis alarmas. Espero que, y solo es un ejemplo, las prácticas de laboratorio sean serias y exigentes, no sea que mi próximo PCR lo controle un futuro sanitario de los que ahora incordian mis noches de pandemia, y sepa del tema lo mismo que yo. Sin contar que esas fiestas, de las que desconozco el número de asistentes, contribuirán, muy probablemente, a difundir los contagios, si se celebran sin respetar distancias, sin mascarillas y sin hidroalcoholes desinfectantes no potables ( de los potables, mejor no hablar). Y pienso que mientras muchos enfermos agonizan en las UCIs atados a un respirador , mis amigos nocturnos pueden estar preparando el ambiente para contagiarse ellos mismos o algunos de sus seres queridos. Al fin y al cabo, el mismo aire del ascensor por el que he bajado y subido esta mañana pudo haberse contaminado esta noche si alguno de ellos, contagiado, lo ha estado usando durante o al final de una de estas fiestas... No he avisado a la policía porque me ha dado la impresión de que había poca gente en estos eventos, tal vez solo los convivientes,, pero está claro que, de seguir actuando, tendré que hacerlo, para su bien y la salud y el descanso de los demás vecinos.