Estuve hace unos días en casa de un amigo, artista pintor ( por distinguirlo del profesional pintor), que estaba luchando por crear un cuadro de la Virgen María en una advocación local. En esto de las advocaciones locales, al menos en España, existe una oferta amplísima. Cada región, ciudad, pueblo, aldea, barrio inclusive, tiene su imagen y Virgen preferida. Son a menudo imágenes antiguas, rescatadas a veces del Islam invasor del siglo VIII , que reflejan estilos artísticos y tendencias de tiempos medievales, y son presentadas a través de leyendas o historias que hablan de bandidos, monjes, ermitaños o reyes que participaron en su localización. La de mi amigo fue localizada, siglo X, escondida en un viejo roble , y custodiada en antiguos monasterios, y así la intenta representar mi amigo , usando fe y arte para lograrlo con cierta dignidad. Si tengo tiempo, algún día incorporaremos esta Virgen a este foro. Mi amigo es un buen devoto de esta advocación, como ocurre a menudo con las gentes mayores de un país que fue católico hasta hace muy pocos decenios, y que a veces llevaba a situaciones que rozan el absurdo. Recuerdo a alguien que aunque ajeno en buena medida a cuestiones religiosas del día a día, tenía como obligación sagrada acudir a todas las celebraciones de su Virgen, en su lugar de origen. Podríamos decir que su única religión era el amor a su Virgen. Considerando con benevolencia su ignorancia religiosa básica, no me cabe duda de que la Señora de su altar particular se lo tendrá muy en cuenta , y que las innumerables Vírgenes que pueblan pueblos y ciudades se irán haciendo cargo de todas esas gentes bienintencionadas que reducen su religión, por pura incapacidad, a la devoción con que las agasajan. Y no se imaginen grandes templos, altares suntuosos, retablos dorados, aunque los haya. A veces encontramos deliciosos rincones, viejas ermitas a la sombra de árboles centenarios o en medio de un risco desolado, con pequeñas imágenes , a veces desteñidas por el paso de los siglos, a veces reducidas a cabeza, brazos y una simple estructura, revestidos de mantos bordados hace siglos, pero siempre rodeados del cariño y la devoción de los que, siempre con plena razón, se consideran sus hijos bienamados. Escribamos sobre ellas. Este tema será como un viejo álbum donde guarda la familia sus imágenes más queridas, los recuerdos más valorados. Y una Madre siempre debe estar presente.