Como habrán observado, prosigue el intento de eliminar del ideario común las referencias religioso cristianas de nuestras festividades, costumbres culturales, tradiciones populares, creencias ancestrales y, en general todo cuanto lleve en su génesis o en sus manifestaciones externas alguna relación con el fenómeno religioso cristiano. Las fiestas navideñas son, a este respecto, un modelo muy interesante. Aprovechando que se celebran a finales de año, se recurre al hecho astronómico del solsticio de invierno para explicarlas como la celebración del día más corto del año, afirmando que celebran el hecho de que, a partir de esas fechas, el día comienza a alargarse mientras las horas nocturnas disminuyen. También intentan desnaturalizarlas promoviendo las actividades de personajes imaginarios como Papá Noel, o con costumbres y ceremonias importadas, como la instalación del árbol navideño y, últimamente, este año, al menos en España, con una especie de consigna, una simple expresión pero miles de veces repetida que, en realidad, es más bien una confesión de intenciones irreligiosas, que es : " La magia de la Navidad". Se la quiere presentar así, como una fiesta cuyo sentido más profundo pertenece a lo mágico, lo arcano, lo en sí mismo deslumbrante, bello y sin explicación. Una vuelta absurda al mundo chamánico, animista y primitivo donde no se buscan ni siquiera explicaciones racionales, solo se adora lo inexplicable. ¿ Qué es para usted la Navidad?, se pregunta en algunos medios y, en general, la respuesta publicada se refiere a tiempo de reuniones familiares, de vuelta a casa de los padres, de buena comida y descanso, alegría y jolgorio... y cero referencias al hecho del Nacimiento de Jesús en Belén de Judá. Solo resisten las manifestaciones religiosas de los particulares, colgando en sus balcones y ventanas alusiones cristianas, las celebraciones, cada vez más íntimas y reducidas, en nuestros templos y , al menos en el mundo hispano, la llegada de los Reyes Magos, cuya denominación, traducida, de Magos podría reforzar la campaña atea de este año. Según esta interpretación, los Reyes Magos vienen exclusivamente a repartir, como Papá Noel, regalos a los niños, aunque en vez de renos, dicen usar camellos, y en realidad los presentan sobre dromedarios. Vienen de Oriente, pero casi nadie hace referencia de hacia donde iban, además de a traer regalos a los niños. Una pena, porque algunas cabalgatas que llaman de Reyes parecen desfiles propios de las películas al uso del mundo del imperio romano o egipcio. Un nuevo estilo al que algunos llaman progreso y que, tal vez por eso, se aplican a sí mismos: progresistas. Mientras tanto, quienes aún mantenemos la fe en el Redentor, damos a estas fiestas su sentido más racional, alegrándonos de su venida en carne mortal.