Solo diecisiete días más tarde, el cuadro va tomando tintes cada vez más sombríos. La epidemia ha dejado de serlo, ahora ha ascendido a la categoría de pandemia ( no tiene relación alguna con el pan, a menos que le falte a todo el mundo), y el fantasma del contagio se pasea por todo el planeta Tierra, amenazador e imprevisible. Y toda la ciencia actual se desvive en un esfuerzo brutal, en busca de una cura, desvelando el ARN del vector, su código genético, sus modos de infectarnos, su posible vacuna, algún remedio radical o no... todo ello incentivado, no cabe duda, por el inmenso beneficio económico que supondría para el descubridor la venta de su producto salvador. A menudo no aporta ningún gran remedio al problema, pero a veces es recomendable cambiar el punto de vista del investigador, para encontrar nuevos caminos... como sentarse a la mesa de la oficina y observar el patio sucio y embarrado o echar otro vistazo más a un cultivo bacteriano fallido sirvieron para descubrir cosas como la vulcanización del caucho o la penicilina, por ejemplo. en este orden de cosas, y en relación con las pautas de tratamiento de esta pandemia, traigo aquí una aportación curiosa: la de un comentario en la prensa ,recordando a las abuelas , que desde siempre han estado luchando con virus y bacterias, siglo tras siglo, y elaborado pautas y protocolos acordes con su pobreza científica, pero a menudo válidas. Dice así:
Frente a la parafernalia de la ciencia moderna: "Un recurso olvidado: la abuela. Las abuelas hispanas, la comunidad no importaba, tenían para las gripes y catarros severos ( ellas no solían hacer distinciones) un remedio universal: vahos de vapor. Los vahos de vapor requerían una estructura sencilla: una toalla amplia y un recipiente con agua muy caliente a la que se le añadía alguna esencia o aceite "medicinal". Todo consistía en taparse la cabeza con la toalla y respirar unos minutos el vapor caliente, cuanto más mejor, decían... Y resulta que este coronavirus es muy sensible al calor, termolábil se dice. Y se destruye, dicen, hacia los 55ºC, así que supongo que no hará mucho daño probar el remedio de la abuela. Al fin y al cabo, los beduinos en verano andan respirando aire a más de 50ª y ahí los tienen, fuertes y morenos. De paso, a los enfermos se les puede dar O2 o aire caliente ? Si con ello se lograra al menos que el proceso se ralentice, dando tiempo a la creación de anticuerpos... habríamos salvado a algunos o a muchos. Lo que pasa es que, no siendo médico, no voy a recomendar nada a nadie, puesto que lo que parece bueno, a veces es lo contrario. Por lo tanto, en esto como en casi todo, hemos de estar a lo que decida el experto. Lo demás, puede ser bonito y hasta emocionante, sobre todo si nos evoca a las abuelas, pero , como dice el dicho, los experimentos en casa, solo con agua del grifo y en pequeñas cantidades.