En España sí se puede ahora viajar hacia atrás en el tiempo. Yo tampoco lo creía pero, desde hace un par de años, la administración pública lo ha realizado. No lo ha publicado abiertamente pero, si uno se fija, incluso lo está aplicando con éxito. Hace dos siglos, la administración tenía un artilugio notable, capaz de ralentizar el tiempo de los ciudadanos hasta límites desesperantes e inesperados. Se llamaba ventanilla, y era el artefacto perfecto para lograrlo. Funcionaba así: usted, el ciudadano A, acudía a hacer una gestión en el departamento B, que le dirigía a la ventanilla V correspondiente, donde el funcionario X le, presuntamente, atendía. El protocolo de ralentización temporal usaba un método inédito hasta entonces, consistente en indicar a A que debía aportar, además del A1 presentado, otro documento , el A2, que debería solicitarse en el departamento C. Cuando, un mes más tarde, lo presentaba usted, debía añadir la firma, que faltaba, del emisor de A2. Luego se le pediría una copia certificada de su partida de nacimiento, tal vez en Ginzo de Limia o en Santa Liña. Más adelante faltaría la firma de un notario o un sello o una tasa... ¿ para que seguir ? En cierto modo, el proceso ya preanunciaba algunos razonamiento de la física cuántica actual para describir cómo encriptar o transmitir información entre Alicia y Bob. Llegados al siglo XXI, el coronavirus ha obligado a la administración a resucitar la ventanilla, ahora virtual y mucho más sofisticada, Se llama cita previa: Mediante ella, mediante llamadas telefónicas solicitando día y hora, se consigue una visita de su médico en solo una semana, una biopsia en solo tres meses y una operación no urgente en menos de tres años ( o menos, si se la paga usted mismo). Muy aproximadamente, el mismo efecto que la ventanilla que por los 1800 describía Mariano José de Larra en un artículo famoso " Vuelva usted mañana". En pleno siglo XXI, los españolitos de a pie revivimos los comienzos de XIX. Y gratis. Free.