Hoy, en el calendario litúrgico, celebramos la venida del Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico. Era el Día de Pentecostés, festividad judía, siete semanas después de la Pascua. El Libro de Los Hechos de los Apóstoles describe minuciosamente lo que les ocurrió ese día y el modo como cambio su vida y su influencia sobre la sociedad de entonces. El Espíritu Santo, al que Jesús alude a menudo en su predicación, aparece ese día como gran protagonista en el devenir de la naciente Iglesia y en la vida de sus fieles. En la celebración de la Misa de hoy, aparece un canto, un himno, que aunque ahora se lee en español ( o en las lenguas vernáculas), tuvo en el latín su expresión normal durante muchos siglos. Lo transcribimos aquí ( versión Internet, Opus Dei), para uso y disfrute de los amantes de esa nuestra lengua milenaria ( siempre defiendo que hablamos latín, hispanos, portugueses, italianos, franceses, rumanos... más o menos deformado):
Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles y llena con tu divina gracia, los corazones que Tú creaste.
Veni, Creátor Spíritus, mentes tuórum vísita, imple supérna grátia, quæ tu creásti péctora.
Tú, a quien llamamos Paráclito, don de Dios Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.
Qui díceris Paráclitus, altíssimi donum Dei, fons vivus, ignis, cáritas, et spiritális únctio.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, dedo de la diestra del Padre; Tú, fiel promesa del Padre, que inspiras nuestras palabras.
Tu septifórmis múnere, dígitus patérnæ déxteræ, tu rite promíssum Patris, sermóne ditans gúttura.
Ilumina nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones y, con tu perpetuo auxilio, fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.
Accénde lumen sénsibus, infúnde amórem córdibus, infírma nostri córporis virtúte firmans pérpeti.
Aleja de nosotros al enemigo, y danos pronto la paz; sé Tú nuestro guía, para que evitemos todo mal.
Hostem repéllas lóngius pacémque dones prótinus; ductóre sic te prævio vitémus omne nóxium.
Por ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y creamos en ti, su Espíritu, por los siglos de los siglos.
Per te sciámus da Patrem noscámus atque Fílium, teque utriúsque Spíritum credámus omni témpore.
Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó de entre los muertos, y al Espíritu Consolador, por los siglos de los siglos. Amén.
Deo Patri sit glória, et Fílio, qui a mórtuis surréxit, ac Paráclito, in sæculórum sǽcula. Amen.