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Foros FILOSOFÍA => Educación => Mensaje iniciado por: petrusdoa en Abril 26, 2016, 05:46:32 am
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Abro este tema nuevo porque en el ámbito de la Educación con mayúscula, una pieza clave es la educación religiosa, cuando la Religión muestra los fundamentos y las razones últimas que deben regir la experiencia vital. He escrito el condicionante cuando, porque no hay duda de que no todas las religiones actuales o pasadas están de acuerdo con los principios básicos de la razón y la ética.
Incluso religiones actuales bien conocidas muestran parcelas poco compatibles con aspectos como la dignidad humana, la hermandad universal, los derechos humanos y otros aspectos muy conocidos. Por eso, la enseñanza de la Religión que aquí planteamos se centrará, supongo, en aquéllas que sean compatibles con esos mínimos. A las demás, les queda aún un largo o corto trecho que recorrer.
En este tema pueden debatirse asuntos como :
1.- Si tiene la Religión suficiente importancia como para ser obligatoria y estar integrada en un currículo educativo
2.- Si todas las religiones o cuáles deben ser conocidas o estudiadas y hasta qué punto
3.- Quién tiene derecho a elegir una u otra enseñanza religiosa
4.- Cuál debe ser el estatus de la religión como asignatura lectiva .
5.- Si el carácter de la asignatura debe ser informativo o formativo pastoral.
y otros muchos que puedan surgir.
Espero que sea un tema prolífico y provechoso.
Un saludo
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Acerca del punto 1.
Cada vez que, en España sobre todo, se acerca una nueva reforma educativa, se disparan los debates sobre la importancia de cada una de las disciplinas del currículo ( para los no asiduos, currículo viene a ser recorrido, y aquí se entiendo como el conjunto de asignaturas que componen la fase educativa, sus contenidos y su distribución en el tiempo).
Como un coro bien conjuntado, cada colectivo de profesores de cada asignatura, clama por ella y reclama un incremento de la atención que se la presta y de los medios con que va a contar. Filósofos, tecnólogos, historiadores, físicos, matemáticos, todos a una, defienden su materia, su indiscutible y máxima importancia, sus horas y sus contenidos y, con ello, su trabajo y su salario. Otros recién llegados se unen al coro y reclaman participar en el reparto: Informáticos, diseñadores, artistas, psicólogos, y un largo etcétera que seguramente se irá ampliando en el futuro.
Todas suelen ser materias interesantes, algunas descubiertas en años recientes y de importancia creciente, como es la Informática, por ejemplo; otras son simplemente convenientes y algunas, posiblemente, un lujo que no podemos pagarnos. De la Religión como asignatura, se habla menos, y solo en círculos selectos o muy motivados. En el mundo actual, en el que papá Estado se ocupa de muchos de nuestros asuntos personales y en el que los seguros y la medicina nos proveen de remedio a muchos males, el recurso a la Religión suele verse, si no como inútil, sí como poco urgente. Y así, lo que viene sucediendo es que, poco a poco, su papel en el currículo se desvanece y termina siendo algo complementario, voluntario y, a menudo, inoperante.
El resultado es una sociedad sin principios morales o éticos , regida por un sistema de valores más bien utópicos y filantrópicos, válidos mientras la economía o la conveniencia personal los hace útiles, y tan frágiles como inconsistentes. En estos años, proliferan en millones de escaparates y ventanas de España cartelitos con mensajes como Respeto, Tolerancia, Amistad, etc, tantos que su abundancia parece proporcional a su carencia en la vida diaria, porque ¿ por qué he de respetar o cuándo o a qué debo respetar , o debo respetar a todo y a todos, debo tolerar todo o solo algunas cosas y no otras, por qué ? . A este tipo de cuestiones, aparte de las trascendentales que dan sentido a nuestras vidas y sobre todo a nuestras muertes, y que todo el mundo ha de plantearse alguna vez, hay pocas materias curriculares que den respuesta; solo se me ocurren dos: la Filosofía y la Religión. La Filosofía enseña a pensar, pero está limitada por su propia definición de amor o búsqueda del saber. Solo la Religión, las religiones, buscan respuestas definitivas a las últimas preguntas. Por desgracia para muchos, con la Religión ocurre como con las matemáticas, que solo admiten la verdad como respuesta. Así que podemos decir que solamente una religión puede ser acorde con la realidad, sea la que sea. Y ya que todo hombre se plantea las grandes cuestiones que afectan a su misma existencia, estamos obligados a proporcionarle la respuesta adecuada. Y esa es la tarea de la religión. Un hombre puede vivir y morir dignamente sin saber nada acerca del Precámbrico o de las desigualdades de Bell, pero no debemos dejarle vivir y morir sin saber qué sentido tiene su existencia y hacia donde se dirige cuando cruza las puertas de la muerte.
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Al punto 2: si todas las religiones o cuáles deben ser conocidas...
En las clases de Religión caben al menos dos supuestos iniciales.
Primero, una clase informativa, en la cual se busca como objetivo conocer los contenidos básicos de cada religión sin entrar en asuntos pastorales o de proselitismo. Solo información. Sería una materia obligatoria y evaluable, pues aporta conocimientos necesarios para un ciudadano de un mundo variado en culturas y creencias que debe ser conocido por todos en sus raíces más profundas, las que señalan las pautas de conducta y los valores de los fieles de cada sistema religioso.
Segundo: una clase informativa y formativa, referida a una religión concreta en la que se busca un mayor conocimiento y la mejor forma de adaptar la vida personal a sus recomendaciones. Sería una clase que, sin ser puramente pastoral o de proselitismo, da por supuesto la adhesión a la religión considerada y busca la perfección del conocimiento. Este tipo de clase podría y debería, supongo, ser voluntaria. En los países de religión católica, sería ésta. Tal vez , cuando la comunidad sea suficiente, podrían habilitarse otras para otras confesiones.
En este punto conviene aclarar que no todas las confesiones son acreedoras al mismo tratamiento, si en sus principios fundamentales contravienen los valores morales que se consideran básicos en las sociedades civilizadas, incluyendo el derecho universal a la vida, la igualdad entre los seres humanos, el respeto a los demás, y aspectos como la bigamia o parecidos, que se consideran delito en las naciones civilizadas, la Ley del Talión que se opone a la Justicia y al Derecho habituales, etc. etc.
En cuanto al currículo,contenidos, y al profesorado, debería ser tan exigente como con el resto de materias, sin distinciones. El alumno debe entender que los contenidos religiosos marcan profundamente las vidas y guían al resto de las actividades y decisiones mucho más que otros conocimientos científicos o humanistas hoy sobrevalorados.
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Estos días se han publicado en España noticias acerca de la solicitud de varias confesiones religiosas para que sean incorporadas a los programas de enseñanza.
En principio, parece lógico pensar que cada uno puede pedir que sus creencias religiosas sean conocidas, al menos entre sus fieles... y si lo hacen conforme a leyes justas, poco se puede oponer a esa solicitud.
Y aún más, en estos momentos de mezcla de pueblos, culturas y religiones, en que por nuestras calles se ven ya casi tantos velos islámicos como cabellos al aire, no podemos esperar mucho tiempo para a resolver este asunto, a menos que queramos exponernos a conflictos y malos entendidos.
Una forma de afrontar esta situación podría ser dotar a los ciudadanos de un conocimiento objetivo de las opciones religiosas que ofrece su sociedad, de manera que en todo momento conozcan sus fundamentos, sus dogmas y sobre todo su moral y su código de conducta con respecto a las leyes civiles, las formas sociales y hacia quienes no tienen el mismo credo.
Por eso debería instituirse una asignatura, dentro de las áreas culturales o sociales, destinada al conocimiento de las religiones. Una asignatura informativa, en la que se desmenuzaran los dogmas, objetivos y medios , programas de vida y conducta que proponen los libros sagrados y los guías de cada religión. Como ben insinúa Petrusdoa, se trataría de una materia de información , del mismo tipo que las de Historia... Otra cosa sería la clase o asignatura de tipo especifico, destinada al conocimiento más profundo de una de las religiones, propia o ajena, que interesara a cada uno.
De este modo, todos tendrían la formación suficiente para debatir y elegir, en su caso, la opción personal que parezca oportuna y , como ciudadanos, ejercitar sus opciones con conocimiento de causa a la hora de legislar leyes justas y cumplirlas. Lo que parece justo y necesario es que el ciudadano del futuro, tal vez destinado a convivir con gentes de muy diversa opción vital, esté dotado de los medios y conocimientos necesarios para sobrevivir a esa situación y prosperar material y espiritualmente sin menoscabo de su libertad y su dignidad.
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Hace unos días tuve una conversación con una madre cuyo hijo , sin bautizar, aunque ella lo fue en su momento, no asiste a clases de Religión sino a su sucedáneo, una clase de supuestos "valores". Según la versión materna, esos valores que se le inculcan en la clase son prácticamente los mismos que ella misma, como cristiana de cultura, profesa, y eso parece que la tranquiliza...
Estamos aquí ante una claudicación bastante común por parte de gentes bautizadas, que creen hacer un favor a sus hijos evitándoles la formación religiosa en aras de una supuesta libertad posterior para elegir la opción que libremente deseen.
La situación es semejante a la de los padres que difieren la vacunación de sus hijos frente a enfermedades conocidas bajo pretexto de que ellos mismos puedan decidir más adelante si desean vacunarse o no. No hace un año que se dio en España alguna muerte infantil porque los padres no vacunaron a su hijo contra la difteria, al parecer siguiendo indicaciones de movimientos antivacunas más o menos ilustrados...
Por pura analogía, y si admitimos, lo que no es difícil, que el Mal está presente en el mundo físico y espiritual, la educación representaría contra él un papel semejante al que la vacuna realiza en el campo de la salud. Esperar a que la enfermedad se presente para tomar decisiones no suele ser una estrategia saludable. Dejar a los niños sin bautismo y posteriormente sin educación cristiana equivale en buena manera a dejarlos indefensos frente a las insidias del mal.
Y si nos fijamos bien, es otra faceta del relativismo moral que nos invade.
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Siguiendo con el tema de la asignatura de Religión, me planteo cuestionar la validez del principio que hoy coloca a todas las opciones religiosas al mismo nivel, desde el momento que impide discriminar a alguien por su orientación religiosa. En muchos foros se ha debatido ampliamente la cuestión de si todas las opiniones, que incluiría las religiosas, son igualmente respetables o no, y la respuesta unánime es que no, al menos desde el punto de vista de las ciencias , que nos obligan a desechar aquellas opiniones contrarias a ellas , entendiendo las ciencias en su más amplia acepción. Ciertamente el hecho religioso conocido no nace de las ciencias experimentales entendidas en su acepción actual, pues el objeto de la religión ni es accesible directamente desde nuestra intención o capacidad, ni puede ser por lo tanto objeto de nuestra experimentación. La expresión "más allá", usada a menudo para expresar lo que trasciende a nuestra experiencia física, indica que el objeto de referencia no es accesible desde el "más acá". Aceptemos pues que, en principio, el fenómeno de las religiones pertenece a un ámbito peculiar, un ámbito donde se mezclan sin solución de continuidad, mitos, tradiciones , emociones, hipótesis, revelaciones presuntas o ciertas, códigos y credos de origen variado, y una amplia gama de experiencias personales y colectivas que van definiendo y modelando históricamente las grandes religiones que han perdurado hasta hoy. ¿ Son todas igualmente respetables ?, o, planteando la pregunta de otro modo ¿ Hay que respetar o bien la idea religiosa o bien al sujeto que la profesa o a ambas?. Si resolvemos adecuadamente estas preguntas habremos dado un paso importante y en la dirección adecuada, pues haremos desaparecer el conflicto evidente de que estemos obligados a respetar ideas que en ocasiones se oponen frontalmente a las leyes civiles y a las normas éticas aceptadas casi universalmente por la humanidad del siglo XXI...
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En mi país, España, más del 75% del alumnado acudía los últimos años a la clase, voluntaria, de Religión. No se muy bien de qué tratan en ella más allá de una información general que tampoco conozco directamente. Lo que sí detecto es que los resutados, el barniz, la cultura religiosa que de esas clases han sacada muchos , es apenas detectable. La estadística es , en esto, como en casi todo, muy relevante. Y como vivimos en un mundo de encuesta permanente, pocas cosas son más simpáticas y demoledoras como observar las actitudes de la gente cuando debe manifestarse de un modo concreto. Pongamos que en un estadio de fútbol hay un 75% que asiste al partido sin tener ni idea del reglamento. Imaginen, si pueden, cómo sería la reacción del respetable, más bien la confusa falta de reacción... Pues algo así se percibe en nuestras iglesias cuando un grupo de poco habituales participa en funerales y ceremonias casi desconocidas para ellos, y en nuestras calles cuando el entrevistador pregunta a los transeúntes algo con connotaciones cristianas. Creo que bastaría un ejemplo: Dïgame usted algo sobre el Santo Patrono de su pueblo. El del mío es un obispo francés del medioevo... que junto con el que repartió su capa con un pobre, patrocinan muchas de las parroquias rurales de mi región. ¿ Y el suyo?
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De InfoCatólica.com :" La asignatura de Religión en España dejará de contar para la nota media y no tendrá alternativa
El acuerdo de gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos hecho público hoy contiene una modificación sobre el estatus de la asignatura de religión. La misma dejará de contar para la nota media y no tendrá una asignatura alternativa. Sin embargo, se potenciará la educación «afectivo-sexual».
30/12/19 4:55 PM
(InfoCatólica) Dentro de la parte dedicada a la educación, además de la degradación de la asignatura de Religión, el pacto del PSOE y Podemos indica que «se potenciará la educación afectivo-sexual... conforme a un enfoque de derechos, de igualdad y de libertad».
De igual manera, el texto asegura que se impedirá «la segregación educativa (sic) por razón de sexo en los centros educativos sostenidos con fondos públicos», lo que en la práctica supone que todos los centros escolares concertados que no tengan clases mixtas, con niños y niñas, no podrán seguir accediendo al concierto económico y deberán ser totalmente privados, lo cual puede suponer el cierre de buena parte de ellos.
La medida contra la asignatura de Religión supone el incumplimiento de los acuerdos entre España y la Santa Sede, que requieren que la materia tenga condiciones equiparables al resto.
Los planes educativos en los niveles de Educación Preescolar, de Educación General Básica (EGB) y de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y Grados de Formación Profesional correspondientes a los alumnos de las mismas edades, incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de Educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales."
Esto es lo que nos espera en España , si Dios no lo remedia, en los próximos años. El país revive estos días una situación política y social en buena parte similar a la que se vivía en los 30 del siglo pasado siglo, con una campaña global de desprestigio y desprecio de las creencias religiosas, abandono de sus prácticas y oscurecimiento de la idea de Dios en los medios de comunicación no confesionales. Todas las fuerzas políticas , con la extraña paradoja del PNV vasco, antaño fervientemente católico, se unen para gobernar este país bajo criterios ajenos casi por completo al ideal cristiano, que parece condenado a sobrevivir confinado a las iglesias y los hogares. Les tendremos informados.
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EL dogal con el que el mal aprieta la garganta de la signatura de Religión católica sigue endureciendo su abrazo. En un futuro, que el mal y sus acólitos consideran próximo, se pretende que la asignatura de Religión católica deje de contar en el balance del currículo escolar español o, dicho en lenguaje vulgar, que no cuente en el cómputo de las calificaciones. Puede usted ser un laureado biólogo pero no tendrá usted no idea de quién o qué ha puesto ahí eso que se llama vida y que usted tanto admira. Queda usted condenado, si no espabila, a pasarse la vida preguntándoselo al azar o a sus acólitos. En sus ratos libres tal vez se pregunte quién es ese hombre colgado de una cruz que aparece en algunos cuadros del museo de su pueblo... o qué hacían sus antepasados en las manifestaciones que llamaban procesiones , o de dónde proceden los nombres propios raros de gente que llamaban santos, preguntas para las que, eso esperan los del dogal, nadie tenga ya respuesta. Pero estemos tranquilos; como ha ocurrido siempre a lo largo de la historia, el mal y sus sicarios se equivocan. No son ellos los que manejan el timón. El Capitán de la nave parece a veces dormido, pero sabemos que : "He aquí que no dormirá, no dormitará el que guarda a Israel ( Salmo 121).
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En muchos países de mayoría católica existe una cierta tendencia a usar la palabra Religión, sobre todo si se usa con mayúscula, en referencia exclusiva a la religión católica. Pero hay otras religiones que, a su vez, tomarán la referencia con la suya propia. Así, un budista pensará en Buda y sus doctrinas y un animista en las suyas. un musulmán en Mahoma y el Korán, y así sucesivamente. Ya hemos aceptado, supongo, por pura lógica, que muchas afirmaciones religiosas que pululan por el mundo deben ser rigurosamente falsas. Si una religión afirma que el mundo salió de un coco y otra que surgió del ombligo de una serpiente, una de las dos debe ser falsa o las dos. Deberíamos poner todas las afirmaciones en una Tabla de la verdad, al modo matemático, e ir tachando las inconsistencias y contradicciones , las imposibilidades lógicas , con perdón, hasta quedarnos con las posibles... y después con las mejores. Imaginen que hacemos lo mismo con las opiniones sobre una asunto de ciencia pura... y depuramos las afirmaciones por incoherentes, absurdas, incompatibles con el resultado de los experimentos, etc... Posiblemente obtendríamos un panorama de afirmaciones de cierta consistencia , que, dado que vivimos en el siglo XXI chocaría inevitablemente con el dogma básico de la ignorancia reinante: pues yo opino esto y esto, y Punto ( con mayúscula enfática ). Volviendo al tema de la materia de Religión en la enseñanza, o se hace de ella una exposición de las que dominan el panorama mundial o, en buena lógica, solo de aquéllas que no planteen incoherencias demasiado notables. Algunas serían más bien construcciones filosóficas sin demasiadas exigencias éticas y morales, que podrían inscribirse sin demasiadas molestias en el área de las filosofías y la propia historia, otras parecen más bien un amasijo de leyendas poético morales, al estilo de un fabulario donde la zorra y las uvas , los tres cerditos y el lobo no desentonarían demasiado; finalmente, otras serían claramente una amalgama que copia de las demás de su entorno unos cuantos elementos básicos, y los envuelve cuidadosamente en los códigos de su propia cultura tribal. Solo dos, a mi modesto entender, cautivan por la plenitud de su mensaje, la coherencia básica de sus doctrinas y la claridad que arroja sobre el origen y el destino del mundo, dos que afirman la presencia eterna de un Dios inteligente, creador de un mundo sujeto a leyes inteligentes, leyes que conoce y usa la inteligencia del ser humano, y que no excluye la posibilidad o la certeza de la existencia de otros seres inteligentes, dos religiones que invocan la Inteligencia, la plenitud del Ser, sobrevolando el mundo. Esta cosmovisión, más allá de las connotaciones físicas que implica, da al ser humano la tranquilidad de saber que todas y cada una de las cosas, incluido él mismo, tiene un origen y un fin común, fin al que deberá ordenar su vida y sus acciones. Naturalmente, a partir de ese punto, solo dos asignatura de religión candidatas podrán escribirse con mayúsculas: El Judaísmo y el Cristianismo. Y además, ambas son o deberían ser una sola, cuya continuidad y nexo de unión es la figura de Cristo. Por eso escribimos la palabra Religión, diferenciándola de religión.
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Desde que la clase de Religión ( me refiero a la católica ) dejó de ser obligatoria en este país, España, tal vez en el suyo también, desde que la clase de religión empezó a ser una materia secundaria, desde que la clase de religión dejó de ser considerada parte obligada en la calificación del currículo escolar, los alumnos, probablemente, en gran parte, dejaron de considerar la religión, los temas y los dogmas religiosos, los mandamientos, como algo necesario en la vida, para convertirlos, simplemente, en algo voluntario, secundario o, finalmente, inútil. Así, a lo largo de los últimos 20 años aproximadamente, se han formado cohortes de ciudadanos, hoy jóvenes adultos en plenitud de derechos, cuya información y formación religiosa, y con ella la formación en valores, convicciones y normas morales, ha sido nula, al menos en una buena parte de la población. El resultado lo vemos hoy: entidades y organizaciones sociales y partidos políticos que no reconocen en sus estatutos fundacionales ni en sus programas de actuación el valor del fenómeno religioso y la religión ni siquiera como aportación cultural para el ciudadano. Y un ciudadano sin convicciones morales ni un sistema de creencias y valores trascendentes se convierte casi necesariamente en alguien atento, simplemente, a vivir cómodamente, disfrutar lo que pueda, vivir cómodamente, incumplir las normas sociales incómodas o cumplirlas solamente bajo coacción . Ese ciudadano formará parte de partidos políticos cuya razón principal de será disfrutar de su entorno económico, laboral y social para enriquecerse y sin sentir obligaciones más allá de su conveniencia personal. Basta echar un vistazo al panorama social en este país para reconocer en él los partidos que con toda probabilidad se nutren de estas corrientes de ciudadanos sin formación ética y moral, a los que en un futuro más o menos previsible será tan imposible como inútil pedirles que se sacrifiquen por los demás. Cualquier aberración es posible en este paisaje. En la penúltima, tras el aborto y la eutanasia, los nuevos ideólogos tratan de conceder el cambio de sexo, o género como le llaman ahora, a partir de los catorce años, libre y voluntariamente. Ni en las mejores películas de terror hemos visto semejante cuadro. Como bien dice el refrán, cristiano por otra parte, que Dios nos pille confesados. Y mientras escribimos estas líneas, en miles de escuelas y centros llamados de formación, muchos niños y jóvenes españoles han pasado la jornada, una más, sin oír una sola palabra sobre su condición humana trascendente, sin oír hablar de un Dios que los ama , un Redentor que los llama a una vida eterna feliz, más allá de la muerte, una Madre a la que pedir ayuda en los momentos de sufrimiento, y unos hermanos humanos a los que amar y ayudar y con quienes compartir la Tierra .
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Tal vez como resultado anexo a los que se describen en el post anterior, tal vez como sucesos sin motivo ni consecuencias en el tiempo, estos días se ha publicado algunas noticias terribles: un adolescente ha matado, presuntamente, a su madre, su hermano menor y, después de estar esperándole un rato, al llegar, a su padre; al día siguiente, otro apuñala al profesor en plena clase ( ambos casos en España estos días). No puedo juzgar la gravedad de sus actos, pues hay jueces que lo harán, presuntamente, ni explicar los motivos de tales actos, que se me escapan. Sin embargo, sí que creo poder preguntarme qué escala de valores regirán las mentes de muchos de nuestros jóvenes , si no se les han dado más explicaciones y normas éticas que proclamar que hay que ser tolerantes, respetuosos y solidarios, sin justificarlo más allá de la conveniencia y la buena convivencia, pero sin referencia alguna al sentido profundo de nuestra existencia, la trascendencia o Dios. Enfrentados a los temores de una pandemia , que hace vacilar todos los fundamentos sociales y hasta el sentido de la propia vida, es de temer que las mentes juveniles tomen derroteros inesperados y ocurran casos como éste... La fallida educación, al faltar el pilar maestro que da sentido a la vida, como en un edificio mal construido, conduce inevitablemente al colapso. El que ya ha empezado y hemos descrito, y el futuro que, en las condiciones actuales de no educación, no podrá sino crecer.
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Cada día es más manifiesta la ausencia de cultura religiosa y en nuestra juventud empieza a percibirse la irreligiosidad y el ateísmo que está impregnando el sistema educativo español. Ayer, sin ir más lejos, un periodista en una emisora de radio, perteneciente a una cadena estatal , preguntaba a una joven sobre la eficacia de la educación a la hora de preparar a los jóvenes para enfrentarse a los retos que les esperan en la sociedad actual. Entre otras consideraciones la joven se preguntaba sobre la necesidad de la asignatura y clases de religión cuya utilidad según ella, era por lo menos dudosa.¿ Para qué sirven las clases de religión? , se preguntaba; lo que necesitamos, continuaba, es entender la factura de la luz, las declaraciones a la Hacienda pública, y los entresijos del papeleo que tenemos que manejar. El periodista no comentó nada y continuó con sus cuestiones que, probablemente, como se hace a menudo, habría pactado previamente con la entrevistada. Sin embargo, creo que el periodista debía haberle contestado, entre otras consideraciones, que las clases de Religión, o al menos la cristiana y católica, le hubieran servido para reforzar su convicción de que el estudio y el esfuerzo en su trabajo eran requerimientos esenciales en su comportamiento personal y profesional, que debe respetarse siempre la verdad en las relaciones personales y profesionales, que la honradez debe presidir la actuación de los poderes políticos , y que la vida, desde la concepción, tiene un sentido y una recompensa o castigo, en cada caso, ante una autoridad suprema que se extiende más allá de la muerte y da sentido pleno a las vidas. Sin esas premisas, su vida se reducirá a un esfuerzo constante, sin garantía de éxito y sin sentido, por lograr lo que ahora se llama felicidad, salud, dinero, mucho dinero, y lo que también muchos llaman ahora amor, que suele ser solo hedonismo egoísta, del que no puede uno fiarse, como a diario vemos en nuestros entornos. Y todo eso, en el mejor de los casos, a corto plazo, tal vez veinte o treinta años, hasta que la inexorable edad empiece a fijar unos límites cada vez más estrechos y que conducen inevitablemente, cuando no hay religión alguna, a una muerte sin esperanza ni sentido, en un supuesto retorno, erróneo, a una falsa nada, la inexistente nada, donde habrá que hacer frente a los daños causados y no reparados en una vida sin moral ni esperanza. Para evitar esta situación, cuando ya sea irremediable, asistamos ahora a las clases de Religión católica. O a un amigo católico, o a nuestra parroquia, ( o a este foro, para empezar, sugiero) donde nos informen de todo esto, antes de que sea demasiado tarde y no nos ocurra que solo puedan ofrecernos, si estamos bautizados, un funeral más o menos coherente con nuestra vida.
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No hace mucho, en una comida entre amigos, pregunté a un joven estudiante español, de unos catorce o quince años, del que me constaba que no había recibido clases de Religión, qué conocía del cristianismo, o de las religiones en general, al menos de la más conocida en su entorno familiar y social, el catolicismo. Su respuesta casi textal fue así. Algo de historia de las religiones...; y de Jesús ? añado,...; un tanto vacilante, me responde preguntándome a su vez: ¿a Jesús lo mataron los romanos, no?. Punto final. Sé de su madre que, a mi pregunta de por qué no lo apuntaba a clases de Religión, me respondió una vez : ya va a clase de Valores, que viene a ser lo mismo. Ahora tengo en mi entorno cercano a un pobre representante del joven español que, educado ( cualquier cosa que esta palabra signifique en estos tiempos) sin cultura religiosa alguna, sin bautizar, sin primera comunión, sin valores trascendentes, está llamado a vivir una vida humana de segunda especie, dedicada, como muchos otros, a objetivos meramente materiales y terrenales, salud, dinero y amor, que dice la canción, entreverados de enfermedades, traiciones, angustias y dolores que no podrá explicarse. Sin respuestas a las grandes preguntas que ya debía haberse hecho a los catorce años y sin capacidad para hacérselas. Cuando se fue, sentí un inmenso dolor por él y por quienes tenemos, en mayor o menor grado, responsabilidades en su formación.