Hola, hermana Luna. Estos días, además de la insistente noticia de que volveremos pronto a visitarte, se anuncia que parece que, tal vez, (la ciencia es así de cauta) , la diferencia de aspectos de tus dos caras, la que siempre vemos y la que siempre nos ocultas, ya sabemos, o creemos saber, cuál es. La revista Sciencie publica estos días uno de esos novedosos experimentos simulatorios en los que un ordenador potente , con cincuenta condiciones previas, calcula la evolución de un proceso teórico que podría ser el que ocurrió. Si el resultado obtenido coincide con el observado en la realidad, se acepta la teoría que se ha probado con el ordenador. Pues bien, parece que nuestra hermana Luna pudo haber sufrido un enorme impacto en el Polo Sur, que fundió corteza y manto en todo su entorno. La pluma de calor interna trastocó la normal circulación convectiva del manto, y el calor acabó en la cara visible, provocando vulcanismo y fusión de grandes superficies, las que hoy forman los mares lunares, mares que forman la extraña faz que nos sonríe las noches de plenilunio. Si las dos caras cambiaran su posición, las noches lunares serían mucho más monótonas, con tan solo un disco blanco, más luminoso pero muchísimo más impersonal, en el que ningún poeta, enamorado o no, podría inspirarse. Mejor así, hermana Luna.