Desde luego, este virus, si es natural, está muy bien hecho, entiéndase, como virus. Es de buena familia, los coronavirus de toda la vida, primo carnal del catarro común, por ejemplo. Pero , aparte de estos lazos de familia, se comporta de extrañas maneras. No se limita, como podía esperarse de él, a estropear el sistema respiratorio, desde la garganta a los pulmones, sino que, aquí nace la extrañeza, se maneja muy bien dañando a casi todos los órganos corporales del enfermo: Sistema digestivo, corazón, circulatorio, y otros variados síntomas que no terminan de aparecer uno tras otro, mientras el convaleciente se pregunta qué es lo que le pasa o lo que le ha quedado después de la fase crítica de la enfermedad. Esta misma tarde, un periodista contaba su experiencia, anotando este tipo de complicaciones posteriores y que seguían incordiándole en su vida diaria. De hecho, como resumen, empieza a consolidarse la impresión de que a un buen porcentaje de enfermos le quedarán complicaciones sanitarias, a menudo para el resto de su vida. Sabiendo esto, no se comprende cómo hay tantas gentes que parecen, con sus comportamientos, ignorarlo. Uno se admira de ver playas repletas, paseos , calles y plazas llenos de personas sin guardar lo que se llama distancia de seguridad, esos dos metros que pueden librarte de respirar una dosis letal de partículas virales en suspensión aérea... sin contar los funerales multitudinarios, los cumpleaños familiares numerosísimos, las fiestas nocturnas que se denuncian cada día... Todo esto puede parecer exagerado, pero , cuando se lee la prensa diaria se encuentran noticias de este tipo día tras día. Pronóstico ? No me toca hacerlo aquí, pero sí al menos reconocer que las probabilidades de que, en términos de quince días, se produzca un repunte de casos de contagio y enfermedad , han de ser muy elevadas. Lo mismo que ocurrió con las manifestaciones del 8 de marzo, la primera o segunda semana de junio pueden ser demoledoras ( me refiero a España). Solo me queda una esperanza. Que Apolo nos asista, y la fuerza poderosa de sus rayos esterilice el país al completo, calles, plazas, sillas, mesas, arenales , y el virus, aunque solo sea temporalmente, se bata en retirada... Por si alguien se me despista, Apolo era el dios del sol en la mitología griega, y el sol, en España, de aquí a finales de agosto, es un temible enemigo de toda clase de virus, bacterias, humedades y pieles sin protección.... pero ¿ qué quieren que les diga? esos dioses griegos, muy fotogénicos y aventureros sí que parecen, pero como dioses, dioses, pues que no parecen gran cosa, sobre todo a comienzos del siglo XXI. A ratos me da la impresión de este virus sabe más de lo que parece y que , tal vez, solo tal vez, tenga alguna relación con las escenas evangélicas en las que el Señor Jesús anunciaba pestes, hambres y terremotos en diversos lugares....( ver Mateo 24, 7 y Lucas 21,11)