Stultorum numerus, infinitus est. Como los romanos no sabían, ni nosotros sabemos, demasiado sobre infinitos, la afirmación es falsa. No porque los stultorum ( de tontos) fallen sino porque su número no puede ser infinito, no hay tantos... pero sí los suficientes como para amargarnos, a veces, la vida. SI se preguntan qué tiene que ver esto con el coronavirus, síganme unos momentos. Caminaba ayer por una acera de mi pueblo cuando alguien que marchaba por delante de mí, se hurgó en un bolsillo, sacó un paquete de cigarrillos , se quitó la mascarilla y se puso a fumar. Mientras caminábamos, él unos metros por delante, empecé a disfrutar de los efluvios de su tabaco hasta que, gracias a Dios, el fumador decidió cambiar de acera. Y me digo: 1.- El hace algo imprudente al caminar sin mascarilla, respirando sin control sobre todo lo que la acera contiene, que no es poco; 2.- Tampoco fumar es algo inocuo, de modo que el simple hecho de fumar evidencia desconocimiento o flaqueza de ánimo para abandonar una práctica nociva para la salud y 3.- Para terminar, unos cuantos inocentes ( presuntos) caminábamos en su cercanía, tras él o a favor del viento, al menos en unos diez o quince metros de distancia, e íbamos inmersos en la nube de aerosoles tabaquiles exhalados por el presunto propagador del virus, si lo era. La probabilidad de que lo fuera , contagiador, es , en mi pueblo, próxima al 0.5% , o sea cerca de quinientos entre cien mil, una de cada doscientas personas. Parece poca cosa, pero si lo multiplicamos por el riesgo de morir del atracón de virus potencial, ya no parece tan inocente esa conducta... De modo que, entre tontos presuntamente culpables y otros presuntamente despistados, y las autoridades que , pudiendo, no prohiben fumar en los lugares públicos, como lo son las calles, el número stultorum ( que en la palabra tontos lleva incluida la de) ,solo presuntamente desde luego, se aproxima al objetivo romano del inicio. Y dejamos por el camino sin contabilizar a cuantos usan mascarillas de medio pelo, las que solo frenan los virus en una dirección, generalmente a los que quieren salir, pero dejan vía libre a los que, al inhalar, tomar aire, pueden entrar libremente. Muchísima gente no sabe esto y , gracias a no saberlo, viven felices y confiados, luciendo sus semimascarillas de medio pelo, aunque sean de diseño. Ganas me dan de añadirlos a la lista de los romanos, pero esos son realmente inocentes. Los culpables en este caso son las autoridades que no informan suficientemente del funcionamiento de esas mascarillas semiprotectoras... tal vez por el precio en el mercado de las FPP2 y similares, las que no dejan salir ni entrar al virus, sino solamente el aire, con una eficacia de al menos el 90%. Y no, el 10% que falta no se muere de coronavirus, pero , como en todo lo humano, la seguridad completa no existe. Aunque se proclamen en muchos medios a los cuatro vientos eslóganes como unidos venceremos, esto lo vamos a parar, si quieres puedes, etc , que están muy bien, al menos para mantener alto el optimismo. Sucede, sin embargo, que estos diosecillos humanoides henchidos de seguridad en sí mismos, se olvidan de que las riendas del universo no las tienen ellos. Y si les dices que, además de llevar mascarilla, tomar precauciones y trabajar por vencer al virus, rueguen al Señor, preguntan, henchidos de ignorancia ¿qué señor?. Pues ese Señor que en estos foros se anuncia continuamente. El que quiere que trabajemos por nuestra salud pero que, también, desea ser conocido y reconocido como el autor de la vida. Olvidados de su mano, poco podemos lograr, aunque ahora la palabra mágica, en España al menos, parezca ser Podemos.