Hola tinog y cefas:
Como complemento a lo posteado sobre la Infalibilidad del Papa y, para enmarcarlo históricamente, transcribo a continuación un amplio extracto de la extensa carta que el Papa San Clemente escribió a la comunidad de Corinto en el año 96, demandándoles que depusieran la actitud cismática que habían tomado al expulsar a los legítimos Presbíteros de Corinto. San Clemente fue el tercer sucesor de San Pedro en el Papado (después de los Papas Lino y Cleto). Esta carta muestra con claridad la primacía del Obispo de Roma desde esos tiempos de la primitiva Iglesia, al demandar obediencia a la Iglesia de Corinto; hay que resaltar que esta carta fue escrita cuando aún vivía el Apóstol San Juan, y gozaba de un prestigio grandísimo (y, sin embargo, recurrieron al Papa Clemente -y no al Apóstol San Juan- para que depusieran su actitud los cismáticos). Con esto, queda claramente señalada la historicidad de la Primacía del obispo de Roma en la Iglesia. San Pedro había recibido originalmente esta Primacía directamente de Jesucristo, junto con la Infalibilidad Papal, al hacerle Jesucristo entrega a San Pedro de "Las llaves (de la Iglesia)", con la potestad de "atar y desatar":
Epístola del Papa Clemente a los Corintios:
San Clemente Romano (3er sucesor de San Pedro durante los años 92-101) escribió su Epístola a los corintios a fines del siglo I (año 96) para poner paz y orden en la Iglesia de Corinto, que se había visto agitada por la actitud cismática de un pequeño grupo de alborotadores que habían depuesto a los legítimos presbíteros. Busca y consigue el Papa Clemente, que los revoltosos depongan su actitud.
Esta Epístola es la pieza más antigua de la literatura cristiana fuera de los libros Canónicos del Nuevo Testamento y, fue considerada de forma unánime, en la época, como otro de los libros qué podían ser Canónicos, hasta el siglo IV (cuando por primera vez se fijó este Canon de los Libros Sagrados. Explica la carta, con gran claridad, el origen y posterior desarrollo de la Jerarquía eclesiástica; se consideró de tal importancia esta carta en la Iglesia de la época, que se leía constantemente en las reuniones Eucarísticas todavía 70 años después de escrita; y, es claramente indicativa de la Primacía del Obispo de Roma en la Iglesia, al haberse acudido a él para resolver este problema del grupo cismático de Corinto, cuando aún seguía viviendo y tenía gran influencia el Apóstol San Juan.
Por su importancia, y para qué el lector tenga una visión correcta de la historia de la Iglesia a finales del Siglo I, incluimos a continuación, el texto de partes relevantes de esta extensa Carta de 65 Capítulos del 4º Papa, S. Clemente:
‘La Iglesia de Dios que reside en Roma a la Iglesia de Dios que reside en Corinto.. . Gracia a vosotros y paz del Dios Todopoderoso os sea multiplicada por medio de Jesucristo.
I. Por causa de las calamidades y reveses, súbitos y repetidos, que nos han acontecido (refiriéndose el Papa Clemente a la terrible persecución contra los Cristianos del Emperador Domiciano), hemos sido algo tardos en dedicar atención a las cuestiones en disputa que han surgido entre vosotros.. y a la detestable sedición.. tan ajena y extraña a los elegidos de Dios, que algunas personas voluntariosas y obstinadas han encendido hasta un punto de locura, de modo que vuestro nombre, un tiempo reverenciado.. a la vista de los hombres, ha sido en gran manera vilipendiado…
II. Y erais todos humildes en el ánimo y libres de arrogancia, mostrando sumisión en vez de reclamarla.. . Así se os había concedido una paz profunda y rica, y un deseo insaciable de hacer el bien.. y, ejecutabais todos vuestros deberes en el temor de Dios..
III. Os había sido concedido toda gloria y prosperidad.. (pero) entraron los celos y la envidia, la discordia y las divisiones, la persecución y el tumulto.. . Y así los hombres empezaron a agitarse; los humildes contra los honorables, los mal reputados contra los de gran reputación, los necios contra los sabios, los jóvenes contra ancianos. Por esta causa la justicia y la paz se han quedado a un lado, en tanto que cada uno ha olvidado el temor del Señor y quedado ciego en la fe en Él, no.. viviendo en conformidad con Cristo..
IV. …
V. …
VI. …
VII. Estas cosas , amados, os escribimos no sólo con carácter de admonición, sino también para haceros memoria de nosotros mismos. Porque nosotros estamos en las mismas listas y nos está esperando la misma oposición.. . Observamos.. y vemos que.. el Señor ha dado oportunidad para el arrepentimiento a aquellos que han deseado volverse a Él..
VIII. Los ministros de la gracia de Dios, por medio del Espíritu Santo, hablaron referente al arrepentimiento.. . “Vivo yo, dice el Señor, que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que se arrepienta”..
IX. …
X. …
XI. …
XII. …
XIII. …
XIV. Por tanto, es recto y apropiado, hermanos, que seamos obedientes a Dios, en vez de seguir a los que, arrogantes y díscolos, se han puesto a sí mismos como caudillos en una contienda de celos abominables. Porque.. acarrearemos, no un daño corriente, sino más bien un gran peligro si.. entregamos de modo temerario a los propósitos de los hombres que se lanzan a contiendas y divisiones, apartándose de lo que es recto..
XV. …
XVI. Porque Cristo está con los que son humildes de corazón y no con los que se exaltan a sí mismos por encima de la grey..
XVII. …
XVIII. …
XIX. …
XX. …
XXI. …
XXII. Ahora bien, .. estas cosas son confirmadas por la fe que hay en Cristo; porque Él mismo, por medio del Espíritu Santo nos invita así: “Venid a mi, hijos, escuchadme y os enseñaré el temor de Dios.. Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño.. busca la paz , y corre tras ella.. . Pero el rostro del Señor está sobre los que hacen mal, para destruir su recuerdo de la tierra”.. . Y también: “Muchos dolores habrá para el pecador, mas al que espera en Jehová le rodeará la misericordia”..
XXIII. …
XXIV. …
XXV. …
XXVI. …
XXVII. …
XXVIII. Siendo así, pues, que todas las cosas son vistas y oídas, tengámosle temor, y abandonemos todos los deseos abominables de las malas obras, para que podamos ser protegidos por su misericordia.. . Porque, ¿adonde va a escapar cualquiera de Su mano fuerte? ¿Y que mundo va a recibir a cualquiera que deserta de Su servicio? Porque la santa escritura dice.. “¿Adónde iré, y dónde me esconderé de tu presencia?”… ¿Adonde, pues, podrá uno esconderse, adonde podrá huir de Aquel que abarca todo el universo…?.
XXIX. Por tanto, acerquémonos a Él en santidad de alma..
XXX. .. “Dios resiste al orgulloso y da gracia al humilde”. Por tanto, mantengámonos unidos a aquellos a quienes Dios da gracia.. siendo humildes de corazón y templados, apartándonos de murmuraciones y habladurías ociosas, siendo justificados por las obras y no por las palabras.. porque Dios aborrece a los que se alaban a sí mismos. Que el testimonio de que obramos bien lo den los otros.. . El atrevimiento, la arrogancia y la audacia son para los que son malditos de Dios, pero la paciencia y la humildad y la bondad convienen a los que son benditos de Dios..
XXXI. …
XXXII. …
XXXIII. …
XXXIV. …
XXXV. .. Si nuestra (atención) está fija en Dios por medio de la fe..; si realizamos.. y seguimos el camino de la verdad, desprendiéndonos de toda injusticia, iniquidad, avaricia, contiendas.. engaños y murmuraciones.. orgullo y arrogancia.. . Porque.. los que hacen estas cosas son aborrecidos por Dios; y no sólo los que las hacen, sino incluso los que las consienten..
XXXVI. …
XXXVII.
XXXVIII.
XXXIX. …
XL. …
XLI. …
XLII. Los apóstoles nos predicaron el Evangelio.. ordenadamente por voluntad de Dios. Así, pues, habiendo los apóstoles recibido los mandatos y plenamente asegurados por la resurrección del Señor Jesucristo y confirmados en la fe por la palabra de Dios, salieron llenos de la certidumbre que les infundió el Espíritu Santo, a dar la alegre noticia de que el reino de Dios estaba para llegar. Y así, según pregonaban por lugares y ciudades la buena nueva y bautizaban a los que obedecían al designio de Dios, iban estableciendo a los que eran primicias de ellos -después de probarlos por el espíritu- por inspectores y ministros de los que habían de creer. Y esto no era novedad, pues de mucho tiempo atrás se había escrito acerca de tales inspectores y ministros. La Escritura, en efecto, dice así en algún lugar: “Estableceré a los inspectores de ellos en justicia y a sus ministros en fe” (Is 60, 17).
XLIII. …
XLIV. …
XLV. …
XLVI. …
XLVII. .. Pero ahora fijaos bien quienes son los que os han trastornado y han disminuido la gloria de vuestro renombrado amor a la hermandad. Es vergonzoso, queridos hermanos, sí, francamente vergonzoso e indigno de vuestra conducta en Cristo, que se diga que la misma Iglesia antigua y firme de los corintios, por causa de una o dos personas, hace una sedición contra sus presbíteros. Y este informe no sólo nos ha llegado a nosotros, sino también a los que difieren de nosotros, de modo que acumuláis blasfemias sobre el nombre del Señor por cusa de vuestra locura, además de crear peligro para vosotros mismos.
XLVIII. Por tanto, desarraiguemos esto rápidamente, y postrémonos ante el Señor y roguémosle con lágrimas que se muestre propicio y se reconcilie con nosotros, y pueda restaurarnos a la conducta pura y digna que corresponde a nuestro amor de hermanos..
XLIX. …
L. …
LI. …
LII. …
LIII. …
LIV. …
LV. …
LVI. …
LVII. Así pues, vosotros, los que sois la causa de la sedición, someteos a los presbíteros y recibid disciplina para arrepentimiento, doblando las rodillas de vuestro corazón, Aprended a someteros, deponiendo la obstinación arrogante y orgullosa de vuestra lengua. Pues es mejor que seáis hallados siendo poco en el rebaño de Cristo y tener el nombre en el libro de Dios, que ser tenidos en gran honor, y con todo, ser expulsados de la esperanza de Él…
LVIII. Sed obedientes a su Nombre santísimo y glorioso, con lo que escapareis de las amenazas que fueron anunciadas antiguamente por boca de la Sabiduría contra los que desobedecen.. . Atended nuestro consejo, y no tendréis ocasión de arrepentiros de haberlo hecho. Porque tal como Dios vive, y vive el Señor Jesucristo, y el Espíritu Santo, que son la fe y la esperanza de los elegidos,.. y tendrá su nombre en el número de los que son salvos por medio de Jesucristo, a través del cual es la gloria para él para siempre jamás. Amén.
LIX. Pero si algunas personas son desobedientes a las palabras dichas por Él por medio de nosotros, que entiendan bien que se están implicando en una transgresión y peligro serios.. . Y pediremos con insistencia en oración y suplicación que el Creador del universo pueda guardar intacto hasta el fin el número de los que han sido contados entre sus elegidos en todo el mundo, mediante su querido Hijo Jesucristo, por medio del cual nos ha llamado de las tinieblas a la luz, de la ignorancia al pleno conocimiento de la gloria de su Nombre…
LX. …
LXI. …
LXII. …
LXIII. Por tanto, es bueno que prestemos atención.., y nos sometamos y ocupemos el lugar de obediencia poniéndonos del lado de los que son dirigentes de nuestras almas, y dando fin a esta disensión insensata.., manteniéndonos a distancia de toda falta. Porque vais a proporcionarnos gran gozo y alegría sí prestáis obediencia a las cosas que os hemos escrito por medio del Espíritu Santo, y desarraigáis la ira injusta de vuestros celos.. . Y esto lo hemos hecho para que sepáis que nosotros hemos tenido, y aún tenemos, el anhelo ferviente de que haya pronto la paz entre vosotros..
LXIV. Finalmente, que el Dios omnisciente,.. al Señor Jesucristo, y a nosotros, por medio de Él, como un pueblo peculiar, conceda a cada alma que.. llama según su santo y excelente Nombre, fe, temor, paz, paciencia, longanimidad, templanza, castidad y sobriedad, para que podáis agradarle.. a Él la gloria y majestad, la potencia y el honor, ahora y para siempre jamás. Amén.
LXV. Enviad de nuevo y rápidamente a nuestros mensajeros Claudio Efebo y Valerio Bito, junto con Fortunato, en paz y gozo, con miras a que puedan informar más rápidamente de la paz y concordia que nosotros pedimos y anhelamos sinceramente, para que nosotros también podamos gozarnos pronto sobre vuestro buen orden. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros y con todos los hombres, en todos los lugares, que han sido llamados por Dios y por medio de Él, a quien la gloria y honor, poder y grandeza y dominio eterno, a Él, desde todas las edades pasadas y para siempre jamás. Amen.’