Autor Tema: Cosas nuestras y de nuestra Iglesia  (Leído 10367 veces)

cefas

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #15 : Junio 17, 2020, 02:16:47 am »
El coronavirus, que ahora se designa como Covid19, semiplalabra que da a la frase un cierto tinte de saber científico, el virus más famoso de la historia humana, ha entrado en nuestras iglesias. Recuerdo que unos días antes del comienzo de los confinamientos, se celebraban en mi parroquia unas charlas cuaresmales, a las que fuimos invitados cortésmente con un "sin miedo, pero con precaución" por nuestro párroco. Yo asistí a una, aunque sentado en la parte de atrás, en parte porque ya no me fiaba de las proximidades físicas y en parte porque no podía asistir a toda la charla por otro compromiso. También envié a mi pastor una excusa aduciendo que, dadas las circunstancias, las reuniones podían constituir un riesgo, etc etc.
Establecida la pandemia, lo comento por si algunos lectores no están al día en estos asuntos, los fieles fuimos dispensados de la obligación de asistir a la Eucaristía los domingos y fiestas, y las condiciones de prudencia establecidas por las autoridades civiles también dificultaron la presencia de muchos fieles en los templos, al fijar la asistencia en máximos del 30 al 50% de la capacidad del local.  Por otra parte, también parece cierto que algunas condiciones sanitarias en ciertos tipos de
 locales eran ( y son) poco adecuadas para estas circunstancias, sobre todo por problemas de ventilación y cercanía física.
Además, en grupos de riesgo como ancianos ( mayores de 70  años, por ejemplo ) los riesgos asociados a este virus han sido grandes, como lo prueban, en España los más de diecisiete mil ancianos fallecidos en las residencias  geriátricas.
Por todo ello, no estaría de más que, retornada la normalidad teórica ( el rebrote amaga por  todas partes), se pusiera especial cuidado en asegurar la ventilación de los locales de culto, que en muchos casos no han sido diseñados para asegurarla. Hay que reconocer, sin embargo, que la Iglesia ha establecido unos protocolos en las celebraciones que en todo momento han asegurado la limpieza y seguridad sanitaria tanto para los celebrantes como para los asistentes. También merece especial atención el hecho de que celebraciones como bodas y funerales pueden ser, y lo han sido a veces, ocasiones fatales para la libre difusión del virus y focos de contagio para grandes grupos de población. Mientras dure la situación actual de peligro, por la falta de tratamientos seguros y vacunas, este va a ser un asunto al que habrá que dedicar especialísima atención en nuestras parroquias y lugares de culto.

cefas

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #16 : Junio 19, 2020, 05:20:21 am »
Prosiguiendo el tema de ayer, relataré lo que me ocurrió unas horas más tarde. Decidí asistir a misa en una iglesia de mi población. Al llegar a la puerta, a menos de diez metros, veo que se cierra desde dentro y, suponiendo que era alguien que llegaba antes que yo, intenté abrirla, sin éxito. Como ví un par de anuncios, los leí y en uno descubro que: Cuando la misa se empiece, se cerrarán las puertas ( la iglesia que nos ocupa tiene tres).
Es decir, que el templo quedó cerrado, sin ventilación... No voy a discutir las razones, pero me parece un tanto contradictorio cerrar las puertas, cuando se sabe que los espacios cerrados son más peligrosos para posibles contagios que los bien ventilados. Por otra parte, muchos de nuestros templos, sobre todo los clásicos, monumentales a menudo, no parece que fueran diseñados con buena circulación de aire. Espero que la prudencia, preciosa virtud,  guíe las decisiones de los pastores. Dice un amigo mío que si el pastor se equivoca, tú no te equivocarás obedeciendo, aunque él se hará responsable de las consecuencias de sus órdenes... No estoy de acuerdo del todo, pero se me crea un pequeño conflicto a la hora de decidir mi conducta al respecto. Las leyes suelen obligar a la autoridad a obrar con la prudencia de un buen padre de familias, al menos lo dicen en algunas, y aunque suele cumplirse, supongo que también, cuando mandan los pastores,  las ovejas podemos y debemos opinar, sobre todo  cuando nos va la salud, o la vida, en ello.

cefas

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #17 : Julio 26, 2020, 01:24:57 pm »
Ayer, después de misa, me acerqué al celebrante y le pregunté si en España, el día de Santiago, patrono de la nación,  25 de Julio, era día de precepto. Me contestó que no, que se había suprimido, inexplicablemente para él. Le hice otra pregunta: si seguía en vigor la dispensa del precepto dominical, oír misa el domingo, que se promulgó con motivo de la pandemia. Su respuesta me sorprendió: no lo sabía, porque la información no la veía clara. Mi comentario fue este: si el precepto es sobre materia grave, que parece serlo, la obligación de informar debidamente a los fieles supongo que será importante... Y el hecho es que tuve que preguntar a mi párroco al respecto cuando terminó el estado oficial de alarma decretado por el gobierno. Su respuesta fue que ya era obligatorio oir misa los domingos y fiestas. Ante mi reticencia, por haber leído algunos comentarios en páginas afines a la Iglesia, fue que llamara al obispado. Tengo que decir que en el tablón de anuncios de la entrada de mi parroquia no he visto por el momento noticias al respecto. Y me parece que la materia es lo suficientemente importante como para que en todo momento se nos tenga informados , al menos en las parroquias, vía carteles o en las misas, sobre ello. No deja de ser hasta cierto punto arriesgado asistir a celebraciones en las que se encuentran bastante personas, hoy éramos como ochenta en la iglesia, muchos mayores, dada la situación de pandemia y contagio actuales.  Tampoco estaría de más que la conferencia episcopal o cada diócesis, vía su página oficial, fijara la norma sin ambages, porque frases como: que asistan los que puedan buenamente o la otra de : sin miedo pero con precaución, no parecen suficientemente concretas. Por eso me gustó la expresión de la norma cuando se decidió que los mayores de sesenta años estuvieran dispensados del ayuno, porque eso así sí está claro y bien definido .

cefas

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #18 : Agosto 10, 2020, 11:17:21 am »
¿ Dónde está Dios estos meses? Me ha intrigado, asustado, aterrado, el silencio de Dios ante las plegarias incluso del Papa ante el Cristo milagroso de Roma que salvó a la ciudad de la peste, el silencio de María ante la plegaria que el mismo Papa compuso para estos días, el silencio de lo Santo ante la petición de sus representantes en la Tierra. Pero también me asusta, y más, el desparpajo con que muchas gentes se toman el problema del virus, la indiferencia de unos ante el peligro de los demás, las temeridades de otros poniendo en peligro su propia vida y la de sus seres, teóricamente, queridos. Como en un mar tempestuoso, el mal inunda el paisaje y el bien parece desaparecido, reducido aparentemente a esa débil luz que brilla en las iglesias donde una pequeña comunidad reza y pide por el mundo, que aúlla y danza frenéticamente día y noche, por doquier. Solo en los ojos inocentes de los niños, en las manos cansadas de los sanitarios y en los ojos suplicantes de los que aun rezan se encuentra algo de alivio y esperanza. ¿ Hasta cuándo , Señor ?

Fegapa

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #19 : Agosto 10, 2020, 11:50:28 pm »
Mi estimado cefas,

En relación con la Pandemia, ante la misma pregunta que tú haces al principio de tu mensaje anterior: ¿ Adonde está Dios estos meses ?  Según Jaume nos comentó en otro mensaje, cada vez que sus feligreses le han preguntado prácticamente lo mismo, nos comentó que su respuesta siempre ha sido : "Dios está adonde la mayoría de los hombres de hoy lo han puesto . Lejos de sus vidas ."

No obstante, tal parece que la luz puede verse ya del otro lado del túnel, pues se habla ya de medicamentos que están curando el Covid y para muestra, aparte del Remdesivir, que es carísimo y está sólo al alcance de poca gente, existen otros muy baratos que presumiblemente han curado ya a gente de países tercermundistas y ya se cuenta con una cantidad creciente de testimonios de personas y médicos que declaran haberse curado con estos medicamentos.

A manera de ejemplo, el sábado pasado hubo un foro en Perú, auspiciado por la "Coalición mundial Salud y Vida" en donde más de 10 médicos y profesionales de la salud pertenecientes a diversos países, nos hacen una reseña de estas curaciones aportando datos :

Pincha el siguiente link y busca la Respuesta # 25

http://www.diosoazar.com/sm_foro/index.php?topic=1269.15
 




cefas

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #20 : Agosto 15, 2020, 01:15:18 pm »
¿ Cuándo me confieso ? Cuando llega el verano y muchas cosas se trastocan, muchas gentes se mueven, y muchas rutinas desaparecen, me hago a menudo esa pregunta. Y es que los católicos solemos hacer una cosa que suena extraña a los demás. Nos postramos frente a un sacerdote y confesamos nuestros pecados. No somos como los que tienen a su opinión como regidora de sus actos, y a sus deseos, a menudo como suprema guía moral.  Seguimos un código, el Decálogo, al que se han ido añadiendo algunos detalles complementarios,  como el precepto de la Misa dominical,  tal vez el más conocido. Y en verano ocurre que los  sacerdotes que sirven a poblaciones pequeñas, dispersas, han de celebrar tres o cuatro misas cada domingo, en iglesias separadas a veces por bastantes kilómetros. Empiezan a las diez y a la una les queda todavía la última ( de la mañana). Kilómetro tras kilómetro, hacen lo posible por respetar horarios y llegan, los veo cada domingo, sudorosos y cansados a cada iglesia donde les aguarda la feligresía, a veces solo un puñado de fieles, a menudo mayores... ¿ Cómo y de dónde van a sacar tiempo para confesar, si apenas pueden cubrir los horarios mínimos ? . El año pasado pedí confesar a mi sufrido sacerdote y sentí casi remordimiento por haber hecho esperar unos minutos a la comunidad y retardar el comienzo de la Misa. No tiene fácil arreglo, pero es un servicio que es necesario y debe ser atendido.

Cygnus

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #21 : Noviembre 25, 2020, 12:43:50 pm »
El Papa Francisco llamó por sorpresa el sábado 7 de noviembre de 2020 a Javier Leoz Ventura, párroco de San Lorenzo, Pamplona, España, para transmitirle “lo complacido que se había sentido” al leer la reflexión que el sacerdote hizo en un texto sobre la Navidad publicado hace unos días.

Javier Leoz reconoció que, al descolgar el teléfono, sabiendo quién llamaba, casi se le “sale el corazón del pecho”. “Cuál ha sido mi emoción al descubrir que al otro lado estaba ni mas ni menos que el Papa Francisco para decirme que había llegado a sus manos el texto que escribí”.

A continuación, sigue el texto redactado por el párroco de San Lorenzo.

***

¿QUE NO HABRÁ NAVIDAD?

¡Claro que sí!
Más silenciosa y con más profundidad.
Más parecida a la primera en la que Jesús nació en soledad.

Sin muchas luces en la tierra,
pero con la de la estrella de Belén destellando rutas de vida en su inmensidad.

Sin cortejos reales colosales,
pero con la humildad de sentirnos, pastores y zagales buscando la Verdad.

Sin grandes mesas y con amargas ausencias, pero con la presencia de un Dios que todo lo llenará.

¿QUE NO HABRÁ NAVIDAD?

¡Claro que sí!

Sin las calles a rebosar, pero con el corazón enardecido,
por el que está por llegar.

Sin ruidos ni verbenas,
reclamos ni estampidas…
pero viviendo el Misterio sin miedo al ”covid-herodes” que pretende quitarnos hasta el sueño de esperar.

Habrá Navidad porque DIOS está de nuestro lado y comparte, como Cristo lo hizo en un pesebre, nuestra pobreza, prueba, llanto, angustia y orfandad.

Habrá Navidad porque necesitamos una luz divina en medio de tanta oscuridad.

Covid19 nunca podrá llegar al corazón ni al alma de los que en el cielo ponen su esperanza y su alto ideal.

¡HABRÁ NAVIDAD!

¡CANTAREMOS VILLANCICOS!

¡DIOS NACERÁ Y NOS TRAERÁ LIBERTAD

petrusdoa

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #22 : Enero 09, 2021, 04:47:05 am »
De Infocatolica.com .
Uno de los problemas que la Iglesia viene arrastrando desde hace largo tiempo es el de la crisis de la confesión. Es un problema de la Iglesia Universal, especialmente en Europa, como ya advirtió Pío XII cuando en 1946 pronunció la famosa frase: «El pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado» (cf. Discorsi e Radiomessaggi, VIII, 1946, 288). Es una crisis prolongada, pues ya en mis tiempos de seminarista se nos decía, allá por los años cincuenta y sesenta, que la confesión estaba en crisis.

En un primer momento se pudo pensar que la causa era el modo de celebrar este sacramento, pero con el paso del tiempo se puede decir que esta crisis no es sino un aspecto singular de una crisis general que afecta a la fe cristiana y a todo el proceso de evangelización y catequización. La crisis se ha visto facilitada por una situación cultural bastante insensible al anuncio evangélico de conversión y penitencia. Quien carece o tiene muy imperfecto el sentido de Dios, difícilmente podrá tener el verdadero sentido del pecado y, por tanto, tampoco entenderá el significado y la necesidad de este sacramento. Se comenzó con un alarmante descenso en su práctica, que comenzó por los más tibios, pero se ha extendido a casi todos y es que es un sacramento no fácil, por su carácter penitencial. Como crisis es sencillamen­te eso: crisis, es decir algo no simplemente negativo, pues de hecho hay bastante gente que, cansada de las devastaciones producidas por nuestra sociedad actual, buscan un apoyo espiri­tual, que podrían encontrar, como de hecho sucede en ocasiones, en el sacramen­to de la Penitencia, especialmente si se les ayudase a descubrirlo con la colaboración de hombres de Dios que sepan administrarlo del modo más apto para favorecer el íntimo contacto liberador entre la conciencia y Cristo.

Es evidente que en el sacramento de la Penitencia están presentes dos personas, mejor dicho tres: el penitente, el sacerdote y Jesucristo. Los penitentes pueden decirnos que los sacerdotes no se sientan a confesar, mientras que los sacerdotes decimos que los penitentes no vienen y así estamos en un círculo vicioso que creo sinceramente que a quien le toca romperlo es al sacerdote, sentándose a confesar, aunque los penitentes no vengan. Ya llegarán, porque muchísima gente tiene necesidad de este sacramento. Tengo un gran recuerdo de mis primeros años en Roma, donde confesé bastante en mis primeros años de sacerdote, y luego en Santiago de Compostela y Medjugorge, donde literalmente no das abasto.

Está claro que el oír confesiones es una gran responsabilidad y soy muy consciente que en algunas ocasiones he metido la pata hasta el fondo. Pero en la parábola de los talentos Jesús condena al siervo que para no equivocarse no hace nada y es que ese ya está equivocado. Por otra parte pienso que el bien que he hecho y que un sacerdote normalmente hace en el confesionario compensa más que abundantemente al mal que puedes hacer. Te das cuenta que Dios se ha servido de ti como instrumento para devolver la paz y la gracia a muchas personas y te sientes feliz y realizado como persona y de hecho piensas que es de las cosas más bonitas que te pueden suceder en tu vida sacerdotal. Nuestra tarea de sacerdotes es ayudar al penitente a encontrarse con Dios, ayudándole a tener más claridad en sus problemas espirituales, de modo que pueda vivir más fácilmente su fe, formar su conciencia y desarrollar su vida cristiana. Debemos procurar que nuestro penitente descubra por sí mismo cómo debe obrar y qué exige de él el amor a Dios y al prójimo, favoreciendo su autonomía y no imponerle nuestra voluntad, aunque haciéndole consciente que Dios, de quien es hijo, le ama a él más que él a sí mismo.

Releyendo lo escrito hasta ahora noto que no he apenas hablado del tercer personaje presente en la confesión: Jesucristo, que actúa por medio de su gracia haciendo realidad lo que en tantas ocasiones el penitente pensaba era prácticamente imposible, y sin olvidar tampoco que cuando el sacerdote pronuncia las palabras de la absolución es Cristo mismo quien confiere su perdón. Pero la absolución no es una palabra mágica: la absolución y el arrepentimiento del pecador no pueden ser considerados separadamente, pues son las dos partes constitutivas del sacramento del perdón, tanto más cuanto que en ambas está presente Jesucristo, en el penitente por su gracia y en el sacerdote como su representante.

La permanencia del sacramento está asegurada, pues es uno de los siete sacramentos, pero pidamos a Dios que los fieles cristianos lo estimemos y valoremos más y que sea un factor importante en nuestra vida espiritual.

Pedro Trevijano, sacerdote

Jaume

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #23 : Enero 10, 2021, 07:09:26 am »
La Crisis del Sacramento de la Confesión se debe en gran parte a que la mayoría de los católicos no tienen claro que es un SACRAMENTO y que beneficios tiene.

Hay que tener muy claro que Nuestro Dios es un Dios que SALVA, no es un Dios que se limita a enseñar, a decirnos como actuar o a juzgar, Nuestro Dios es un Dios que ACTUA que  SALVA.
 
Dios ACTUA e instituye a través de Cristo los Sacramentos mediante los cuales nos va a   Transformar, a Santificar y SALVAR. 

De la Muerte en Cruz y de la Resurrección brota la fuerza de los sacramentos. , el Amor del Padre, que a través del Espíritu Santo resucita a Cristo y de la fuerza que opera este hecho nacen los Sacramentos.

El Espíritu de Dios es el que transforma la muerte en vida, el amor de Dios tiene una fuerza transformadora, esa fuerza enorme de Dios que resucita a Cristo es la misma fuerza transformadora que llega a todos los seres humanos a través de los Sacramentos.

Los Sacramentos no son acciones humanas, sino acciones del Espíritu de Dios a través de la Iglesia.

La iglesia no tiene poder sobre los Sacramentos en el sentido de crearlos ya que Cristo los instituyo, la Iglesia  es solamente la administradora de los sacramentos instituidos por Jesucristo y ese es el poder que Nuestro Señor le dio a la Iglesia: Lo que ates en la tierra quedara atado en el Cielo y lo que desates en la tierra quedara desatado en el Cielo. Mt16,15-19   
 
Cristo Resucitado le dice a los apóstoles;: “ Recibid el Espíritu Santo a quienes perdonáis los pecados les quedaran perdonados ….. Jn, 20,23.

Es el Espíritu de Dios, que perdona, pero además con su inmensa fuerza nos purifica, nos transforma  y nos salva.

Nosotros no podemos salvarnos por nosotros mismos, necesitamos a Dios que SALVA. Necesitamos su Amor y su fuerza en mí, en mi yo, en mi ser. Por lo que necesito la Gracia, el Amor transformador de Dios a través de los Sacramentos y en especial el sacramento de la reconciliación que me da la Fuerza divina para cambiar, para vencer al mal, para santificarme, y salvarme.       
« Última Modificación: Enero 13, 2021, 03:26:27 pm por Jaume »

cefas

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #24 : Febrero 07, 2021, 12:57:18 pm »
La misa dominical de las nueve de la mañana, con un sol que anda todavía muy cerca del horizonte, está cada día menos concurrida. Y el anciano sacerdote que la celebra, de los pocos que nos van quedando, llevaba hoy la cara marcada por una caída reciente. Como es un hombre práctico y sencillo, su homilía de hoy ha pasado , entre otros temas, por el abandono del sacramento de la Penitencia en los últimos tiempos. Al acabar la celebración, se sienta en una capilla retirada y atiende él mismo a los que desean confesarse. Normalmente , al salir, veo a uno o dos que le esperan. Hoy había al menos cuatro. Si todos los sacerdotes del mundo han hecho hoy lo mismo, muchos miles o cientos de miles de cristianos se habrán confesado. Claro que para eso hay que recordarlo a los fieles y después sentarse en el confesionario. Y yo siempre he agradecido que en las iglesias, al menos durante las celebraciones o al menos al comienzo, haya sacerdotes disponibles escuchando confesiones... y estos que aún resisten el paso del tiempo y los seminarios poco poblados, me parecen joyas que el Señor nos conserva y que debemos cuidar con esmero. Mi iglesia resiste, aunque parezca anciana y débil. Con el Señor, todos somos fuertes.

cefas

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #25 : Mayo 02, 2021, 04:17:29 am »
Normalmente, los cristianos solemos  plantearnos la necesidad de colaborar económicamente con la Iglesia y sus programas de caridad, pero a menudo sin estar muy informados de las condiciones que la autoridad de cada país impone a los donativos. En el caso de España, sobre todo a raíz de la aparición de la pandemia, se han establecido unos incentivos fiscales especialmente provechosos para los donantes. Hay que tener en cuenta que, según estas normas, de la cantidad donada a la iglesia podemos deducirnos de nuestros impuestos tantos por ciento muy interesantes, según los datos que aparecen en el folleto  XTANTOS, editado por la Conferencia Episcopal española (CEE). Las desgravaciones con efectos desde el 1 de enero de 2020 alcanzan el 80% hasta 150 €,  el 35% desde los 150 € y otros valores para otras circunstancias. De este modo si tengo intención de donar 100 euros, o 100 dólares o cualquier otra cantidad similar tengo que pensar que el donativo final que sale de mi cuenta es en realidad de 20 euros, puesto que doy a desgravarme , si procede, los 80 euros del citado 80%. Así se lo decía a mi párroco el año pasado cuando nos pidió una ayuda especial para una obra necesaria en el edificio parroquial. Creo que no lo entendió del todo porque no me entregó el recibo que le pedí, un recibo con el que hubiera podido desgravarme esos 80,00 €. En buena lógica, si yo quiero entregar 100 euros a la iglesia, puedo donar a mi párroco los 180 euros, puesto que, una vez recuperados los 80, mi esfuerzo personal se reduciría a 100. Animémonos y aprovechemos para hacer el bien aumentando el rendimiento de nuestro esfuerzo. Podemos dar 1350 euros, recuperando el 35%. Si no lo recuperamos, esos 350 euros pueden ir a parar a cualquier cosa que, con la catadura de algunos gobiernos, solo sirva para intentar cancelar o invalidar nuestro esfuerzo principal. Como dice el refrán, el saber no ocupa lugar, pero en este caso podría cambiarse a : el saber no ocupa lugar pero mejora el donar. En España rige esta normativa, pero las normas de otros países podéis exponerlas aquí, en Responder…
« Última Modificación: Mayo 02, 2021, 05:05:41 am por cefas »

petrusdoa

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #26 : Junio 13, 2021, 05:39:12 am »
Ultimamente venimos leyendo u oyendo noticias más o menos alarmantes sobre la Iglesia católica en Alemania, en concreto sobre temas como la bendición de uniones homosexuales, la ordenación de mujeres y otros, que pueden alarmarnos en mayor o menor grado. Con el ánimo de clarificar nuestro punto de vista, traemos aquí un artículo de nuestro habitual D. Pedro Trevijano,  que suele publicarse en Infocatólica. com , y cuyo conocimiento y experiencia del ambienta germano es por lo menos notable.

" Líos eclesiales
Más peligrosos que los enemigos externos son los internos. Cualquier católico con un mínimo de preocupación por la Iglesia, está alarmado con las noticias que oye y lee sobre el Sínodo alemán.

Pedro Trevijano Etcheverria – 17/05/21 12:15 PM

La solemnidad de la Ascensión de Nuestro Señor es una fiesta de la Iglesia que está íntimamente unida a la esperanza. No puedo por menos de recordar las palabras de Jesús en la Última Cena cuando dijo: «En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar» (Jn 14,2).

Pero también en el evangelio de ese día se nos dice: «Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, será condenado» (Mc 16,15-16). Y es que en toda la Sagrada Escritura, incluidos por supuesto los evangelios, la posibilidad de la condena es una realidad que nos debe alejar de ese buenismo tontorrón que tanto se da en nuestros días.

No nos olvidemos además del episodio de la tempestad calmada (Mt 8,23-27; Mc 4,35-41; Lc 8,22-25), episodio al que tengo un cierto cariño porque fue el tema de mi primer sermón y que nos viene a decir que en la Iglesia siempre ha habido dificultades y tormentas, que cantidad de veces se nos ha anunciado su próxima desaparición, pero que siempre ha sobrevivido y sobrevivirá, porque cuenta con la promesa de Jesucristo: «sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos» (Mt 28,20).

También en nuestros tiempos la barca de la Iglesia se ve agitada por sus enemigos externos e internos. Aparte del Islam y los comunistas, que son los que ocasionan en el momento actual el mayor número de mártires, las ideologías relativista, marxista y de género intentan destruir los valores humanos y cristianos, no dudando incluso en considerar el matrimonio y la familia como el enemigo a combatir y destruir. No nos extrañe por ello que cierta persona que entonces era cardenal y hoy es el Papa, dijese de la Ley que aprobaba el matrimonio homosexual en su país que detrás de esa Ley estaba el Demonio.

Pero más peligrosos que los enemigos externos son los internos. Cualquier católico con un mínimo de preocupación por la Iglesia, está alarmado con las noticias que oye y lee sobre el Sínodo alemán. Ciertamente el problema no es nuevo y recuerdo, ya en mis tiempos de seminarista en una reunión entre partidarios del celibato opcional y pastores protestantes, uno de éstos, un alemán, comentó que las medidas que proponían los defensores del celibato opcional ellos las llevaban practicando cuatrocientos años con el resultado de tener sus iglesias vacías. Y también recuerdo que se le preguntó a uno de los mejores teólogos de la época si esos sacerdotes podían seguir siendo considerados católicos, a lo que contestó que aunque sus ligaduras con la Iglesia eran muy débiles, mientras no negasen verdades del Credo o dogmas de fe, seguían siendo católicos.

Más peligrosa me parece la Asamblea Sinodal Alemana. Según he leído en InfoCatólica el cardenal Brandmüller ha declarado lo siguiente:

«El conflicto «Roma-Alemania» se refiere a las verdades fundamentales de la fe basadas en la revelación divina. Por mencionar sólo los puntos más mencionados: los obispos cuestionan incluso la indisolubilidad del matrimonio y exigen que la Iglesia reconozca el nuevo matrimonio de los divorciados. También se exige la concesión del sacramento del Orden -por el momento en el nivel más bajo del diaconado- a las mujeres. Ambas exigencias se basan en la negación de las verdades de fe, con lo que la herejía se suma al cisma».

La presencia de varios Obispos con esta mentalidad me parece muy grave, porque es hacer lo contrario de lo que deben, pues como dice el Concilio Vaticano II:

«En el ejercicio de su ministerio de enseñar, anuncien a los hombres el Evangelio de Cristo, deber que sobresale entre los principales de los Obispos, llamándolos a la fe con la fortaleza del Espíritu o confirmándolos en la fe viva. Propónganles el misterio íntegro de Cristo, es decir, aquellas verdades cuyo desconocimiento es ignorancia de Cristo, e igualmente el camino que se ha revelado para la glorificación de Dios y por ello mismo para la consecución de la felicidad eterna» (Decreto Christus Dominus nº 12).

Ante esta situación, ¿qué debemos hacer, o mejor dicho, qué es lo que Cristo espera de nosotros? Por supuesto intentar ser mejores católicos, intensificando nuestra vida cristiana y nuestra formación religiosa, en línea de total acuerdo con el Magisterio de la Iglesia.

Pedro Trevijano

cefas

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #27 : Agosto 01, 2021, 03:19:00 am »
Un comentario del Papa en el domingo 1-8-2021. Desde Vaticans News.
Jesús no elimina la preocupación y la búsqueda del alimento cotidiano, no. Tampoco elimina la preocupación por lo que te puede mejorar la vida. Mas bien, Jesús nos recuerda que el verdadero significado de nuestra existencia terrena está al final, en la eternidad, está en el encuentro con Él, que es don y donador, y nos recuerda también que la historia humana con sus sufrimientos y sus alegrías tiene que ser vista en un horizonte de eternidad, es decir, en aquel horizonte del encuentro definitivo con Él.

cefas

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #28 : Septiembre 10, 2021, 10:20:01 am »
Hace unos días, un sacerdote ya mayor , conocido mío, parece que sufrió un desvanecimiento  después de una mañana ajetreada. Hoy  mismo, otra persona mayor , ya cansada de los quehaceres de una mañana de gestiones, se empeñaba en ir a misa a mediodía tras un frugal desayuno a las nueve y unas fuerzas justas más bien justas. Me pregunto si a partir de cierta edad, tal vez los famosos 75, la Iglesia podría dispensar del precepto de ayuno eucarístico que, no siendo en realidad nada difícil ,sin embargo para personas mayores puede ser a menudo un problema de salud en ciertos momentos , cuando la actividad física les exige tomar algún refrigerio para recuperar el tono muscular, para aliviar la debilidad que dan, como regalo envenenado, los muchos años o, simplemente, regular la glucosa. 

Jaume

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Re:Cosas nuestras y de nuestra Iglesia
« Respuesta #29 : Septiembre 20, 2021, 01:00:13 pm »
Hola Cefas,  el sacerdote es siempre sacerdote 24 horas al día y  365 días al año. tiempo completo, a diferencia de un profesional que hace su trabajo, cierra el negocio y se va  a su casa y hace otras actividades.

El sacerdote tiene la misión de " REZAR" por la humanidad y la Oración más potente e importante es la Misa y Comunión con Dios y eso va adelante de la propia salud. es un sacrificio que ofrecemos a imitación de Cristo que se sacrifico por la Humanidad.

el Hacer ayuno eucarístico va en contra de la esencia sacerdotal. Si esta enfermo puede hacer la misa desde su habitación.